Armas Quimicas

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Location: Manuel Alberti (Pilar ) Las Toninas, Buenos Aires, Argentina

Sunday, July 16, 2006

Trabajo de Investigación

E.E.M. Nº5 Garín 1º6º Bienes y Servicios 2006


INTRODUCCIÓN

Lo que en los albores de la historia humana fue una imitación de los mecanismos de defensa que utilizan otros seres vivos (plantas y animales), con el desarrollo tecnológico dio paso a las armas químicas. A diferencia de otro tipo de armas, como las Nucleares o los explosivos convencionales, las químicas no afectan gravemente la infraestructura material, y los procesos de descontaminación de las áreas afectadas son más efectivos, rápidos y baratos. Justamente en eso consiste su ventaja estratégica; permiten atacar al enemigo sin destruir de forma irreparable sus riquezas materiales y naturales.







Desarrollo

Las armas químicas requieren de dosis pequeñas, del orden de miligramos (o menos), actúan con gran rapidez, su efecto es de corta duración (días, cuando mucho), son de amplio espectro (afectan a humanos, animales y plantas) y son relativamente fáciles de manejar.
Lo que en los albores de la historia humana fue una imitación de los mecanismos de defensa que utilizan otros seres vivos (plantas y animales), con el desarrollo tecnológico dio paso a las armas químicas.
A diferencia de otro tipo de armas, como las nucleares o los explosivos convencionales, las químicas no afectan gravemente la infraestructura material, y los procesos de descontaminación de las áreas afectadas son más efectivos, rápidos y baratos. Justamente en eso consiste su ventaja estratégica; permiten atacar al enemigo sin destruir de forma irreparable sus riquezas materiales y naturales.
Las armas químicas requieren de dosis pequeñas, del orden de miligramos (o menos), actúan con gran rapidez, su efecto es de corta duración (días, cuando mucho), son de amplio espectro (afectan a humanos, animales y plantas) y son relativamente fáciles de manejar.
Después de la Segunda Guerra Mundial se han reportado diversos incidentes del uso de armamento químico, como los que señalan a Irak por haberlas empleado contra Irán y contra los disidentes kurdos, a finales de la década de 1980. También debe destacarse el empleo por el ejército estadounidense de herbicidas en Vietnam, lo que provocó una contaminación de los suelos escandalosa, al grado de calcularse que muchas áreas tardarán siglos en recuperarse y volver a tener cultivos útiles en ellas.

Clasificación de las armas químicas

La mayoría de estos compuestos presenta varios de los efectos señalados, pero se clasifican de acuerdo con los principales síntomas que producen.
Este documento ha sido elaborado a partir de "Medical Management of Chemical Casualties Handbook", editado por United States Army Medical Research Institute of Chemical Defense (USAMRICD)

Las primeras referencias que se tienen sobre el uso de las armas químicas, se remonta al año 432 antes de Cristo, cuando los aliados de Esparta en la guerra de Peloponesio tomaron un fuerte ateniense, empleando humo de carbones encendidos, azufre y brea a través de un orificio que hicieron en el fuerte.
Otros conflictos durante épocas posteriores mostraron el uso del humo y del fuego. Los griegos, durante el siglo VII antes de Cristo inventaron el Fuego Griego, una combinación de resina, azufre, brea, caliza y salitre. Esta mezcla flotaba en el agua y era particularmente útil en operaciones navales. Durante los siglos XV y XVI, Venecia empleó venenos inespecíficos que afectaban a las personas, cosechas animales y pozos de agua.

Con el desarrollo de la química inorgánica durante la última década del siglo XIX y principios del XX, las armas químicas empiezan a tener más importancia y a alcanzar mayor grado de sofisticación.
Podemos considerar que es durante la Primera Guerra Mundial cuando estas armas se empiezan a utilizar de forma habitual.

Los alemanes lanzaron 150 toneladas de gas cloro en 6.000 cilindros. Este ataque que probablemente no causó más de 800 muertos en las tropas aliadas, fue devastador psicológicamente para los 15.000 soldados de las tropas aliadas.

Por su parte, el ejército británico respondió al ataque también con cloro y ambos bandos incrementaron su armamento con dos nuevos productos: el fosgeno y la cloropicrina. Tanto el cloro como el fosgeno y la cloropicrina, atacan a las vías respiratorias y dieron lugar al desarrollo de máscaras como protección de estos agentes.

En 1917, la artillería alemana lanzó granadas con un nuevo tipo de agente químico: el gas mostaza. El gas mostaza es un líquido relativamente poco volátil y causa otros tipos de problemas. Afecta a los pulmones, ojos y piel, y además, se adhiere a las ropas y al material de guerra.

Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, continuó el debate sobre las armas químicas en los Estados Unidos y en foros internacionales. El Protocolo de Ginebra de 1925 implicaba la prohibición del uso de armas químicas, pero no de tenerlas. El Protocolo reservaba el derecho de uso de armamento químico en respuesta a ataques químicos.

En los años 30, Alemania sintetizó los llamados compuestos órgano fosforoso. El tabun (GA) y el sarin (GB). Los nazis almacenaron miles de toneladas de estos compuestos llamados agentes nerviosos. Estos compuestos interfieren con el sistema nervioso central. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, con excepción de Japón durante los ataques a China, no se utilizaron armas químicas, aunque Alemania empleó cianuro y otros productos químicos en los campos de concentración. Después de la Segunda Guerra Mundial, se siguieron almacenando armas químicas.

Posteriormente, se han utilizado armas químicas en la guerra Irán-Irak (1980). Y a causa de la confirmación del empleo de las armas químicas por el ejército irakí, en la guerra entre Estados Unidos e Irak (1990) se planificó cuidadosamente la defensa frente a posibles ataques químicos.

Después del cese del fuego en febrero de 1991, las Naciones Unidas inspeccionaron y descubrieron agentes nerviosos y productos mostaza en Al Muthanna (Irak). Es posible que existan otros almacenamientos de armas químicas en Irak.

Cómo actúan?

Existen varias definiciones de armas químicas, en la OTAN, en la ONU y en la Convención para las Armas Químicas (CWC, por sus siglas en inglés). En suma, puede decirse que las armas químicas son sustancias empleadas para causar uno o más de los siguientes efectos:
* Provocar bajas en la tropa enemiga, por lesión o por muerte.
* Minimizar la efectividad del equipo, el armamento y el comando enemigos por contaminación, obligándolo a emplear equipo de protección.
* Provocar movimientos caóticos en las tropas enemigas.
* Reducir la velocidad del enemigo, haciéndolo mejor blanco para la artillería.
* Acotar el terreno disponible para ser utilizado por el enemigo.


Dentro de las características que debe tener un producto químico para servir como arma, se encuentran la velocidad con que produce los efectos deseados, la facilidad para su manejo y la baja persistencia de sus efectos residuales.
Mencionamos antes que las condiciones climatológicas pueden afectar en alguna medida al arma química elegida; entre otras, tenemos la humedad, la velocidad y dirección del viento, la temperatura y la presencia de lluvia. Por ejemplo, el gas mostaza puede permanecer en una zona durante varios días si la temperatura no excede los 10° C, en tanto que a 25° C solamente permanece por un par de días.




Ataque de gas sarín al metro de Tokio

El lado positivo

Aunque parezca un desatino, algunas cosas positivas se han derivado del desarrollo de armas químicas. Una de ellas es la producción de máscaras antigases cada vez más útiles, sofisticadas y precisas. Del método rudimentario de protección que se empleaba durante la Primera Guerra Mundial, que consistía en empapar un pañuelo en una disolución de compuestos químicos que reaccionaran con los gases, se pasó a mascarillas cuyo filtro era esa misma disolución. Casi un siglo después contamos con mascarillas especiales para disolventes, compuestos clorados y fosforados, entre otras, cada una con su propio sistema de cartuchos y filtros. Estas mascarillas las utilizan los equipos de rescate en ambientes de atmósfera hostil, los bomberos en siniestros industriales y los obreros cuando se trata de la producción o manejo de sustancias peligrosas.

Del uso de guantes y botas de hule se ha pasado al diseño de trajes de protección integrales, de composición específica de acuerdo con el tipo de sustancia química contra la que haya que protegerse. Estos trajes son auténticas cápsulas de aislamiento, pueden tener aire, un sistema de comunicación con el entorno externo, alimento, bebida e incluso sistemas para manejar desechos orgánicos (orina y excremento) hasta por 48 horas, sin necesidad de tener contacto con el exterior, para evitar cualquier tipo de contaminación. Los trajes de aislamiento biológico, contra bacterias, virus y demás microorganismos patógenos, se han diseñado con base en los de protección química. Este tipo de trajes tienen usos pacíficos principalmente en la industria química y de transformación, tanto en las áreas de producción y envase, como en las de control de incidentes. La composición del traje tiene relación con los de quienes practican el buceo, o aquellos contra incendios que emplean los pilotos de autos, motos y lanchas de carreras.

Otra área de innovación, derivada al menos en parte de las armas químicas, es la relacionada con la destrucción de productos químicos peligrosos. Las características de los agentes químicos empleados como armamento hacen sumamente difícil su eliminación; no pueden ser incinerados de manera directa por la posibilidad de que haya fugas al ambiente, así sean mínimas. Por ello, se han tenido que desarrollar métodos novedosos como la crió fractura, que consiste en congelar a temperaturas sumamente bajas las piezas de artillería que contienen el producto químico, para enseguida romperlo y pasarlo a un incinerador especial con la capacidad de manejar simultáneamente la fundición de los metales y la incineración de los compuestos de carbono, en un ambiente cerrado, totalmente aislado y recirculante. Esta metodología podría ser empleada para la destrucción de desechos peligrosos industriales, de ser necesario.

El estudio a fondo del mecanismo de actuación de algunas de las armas químicas ha permitido saber qué sustancias pueden emplearse para contrarrestar su acción, lo que a su vez nos posibilita actuar en caso de una emergencia médica con insecticidas fosforados, sea de tipo industrial, casera o de otro tipo.


Finalmente, el desarrollo de herbicidas como armamento ha venido aparejado con el de aquellos que tienen usos pacíficos para aumentar el rendimiento de cultivos útiles para alimentación humana o animal, de manera que se pueda combatir más racionalmente a las plagas y aumentar la cantidad y la calidad de alimentos disponibles para la población.


Conclusión
Una esperanza.................

Las armas químicas han acompañado al ser humano casi desde que éste apareció sobre la Tierra. No es de dudarse que, aun antes del descubrimiento del fuego, algunos seres humanos de aquel entonces hayan conocido plantas venenosas y las hubiesen aprovechado en su favor para deshacerse de sus oponentes. El veneno es, a fin de cuentas, un arma química personal, algo así como un cuchillo comparado con una bomba incendiaria. Armas y hombres siempre juntos, con el tiempo se han perfeccionado en el arte de matar, pero ha llegado la hora de decir ¡No más! Y eso nos corresponde a todos y ahora, no a unos cuantos y mañana.


Esperamos que con la Convención para las Armas Químicas, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas y la decisión de los gobiernos y de las sociedades de eliminarlas de la faz de la Tierra, esa amenaza desaparezca para siempre.


guerra


Santillán Sergio Daniel

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Marcos Correa

Trabajo práctico armas químicas

Con la experiencia de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de las grandes potencias de entonces, vieron en la investigación y desarrollo del armamento químico una oportunidad decisiva para las guerras futuras. El período entre guerras mundiales fue el de mayor producción y almacenamiento de las mismas. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos dedicaron grandes esfuerzos a programas para proteger a su población de una posible guerra química, sin embargo, posiblemente por ideas morales, estas armas no fueron muy utilizadas y al finalizar la guerra grandes cantidades de estas armas simplemente fueron tiradas al mar.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la investigación y producción de armas químicas disminuyó notablemente debido al interés creado por la tecnología nuclear. Sin embargo durante la década de los 50 y 60, una nueva generación de armas químicas que atacan los centros nerviosos fue creada bajo el nombre de Agentes-V. Estas sustancias fueron consideradas las más venenosas sobre la Tierra y ello comenzó a generar un nuevo debate sobre su eliminación. A finales de los años 60 la opinión pública sobre el desarme químico se incrementó por varias razones, entre ellas, el uso de herbicidas y "gas tear" por parte de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, generando una importante crítica internacional.

Asimismo, la estrategia de Naciones Unidas sobre el desarme, paso a paso empezaba a dar resultados, ya que se buscó el desarme por género en vez de un desarme completo que resultará mucho más difícil.

El tema siguió en debate hasta que en la segunda mitad de la década de los 80, durante la guerra entre Irán e Irak, se masificó la utilización de armas químicas. Investigaciones de Naciones Unidas confirmaron que a causa de este tipo de armas el número de víctimas y heridos se incrementó de manera exponencial, marcando cientos de miles de vidas de seres humanos con diversas discapacidades.

Este hecho trajo consigo una renovada atención sobre los horrores de una guerra química e incrementó la presión de la opinión pública internacional para crear un instrumento jurídico que volviera ilegales las armas químicas.

Indefensión

El poder letal de ciertos microorganismos hace que se los pueda emplear como armas de destrucción masiva. Algunos son capaces de producir la muerte en pocas horas y en su contra no existe inmunización y no hay tratamiento eficaz. Otros, aunque controlados como la viruela, serían catastróficos al reaparecer en un mundo que ya los desechó.

Desde hace ya muchos años algunos gobiernos y grupos de poder han trabajado en su empleo bélico y se sabe que los patógenos pueden estar siendo manipulados genéticamente para ser más agresivos y resistentes.

Luego del mayor ataque terrorista a los EUA muchas naciones ya han manifestado sus temores acerca de la posibilidad de una guerra biológica o química, cuyas consecuencias serían terribles. Tanto si las armas bioquímicas fueran usadas en un nuevo ataque terrorista como si se las empleara en una guerra entre países, el desastre podría ser mucho mayor de lo que se puede calcular.

El poder devastador de esta nueva y más pavorosa forma de matar es incalculable, y las sociedades no están preparadas para hacer frente a ataques de esa naturaleza. Ni siquiera en el país más poderoso y desarrollado existe la posibilidad de protección. Así lo asegura una investigación realizada en 200 hospitales en los Estados Unidos de Norteamérica , el cual indica que sólo uno de cada cinco establecimientos cuenta con un plan en caso de ataque biológico. La mayoría carece de unidades de descontaminación con duchas y menos de un tercio almacena antídotos contra los agentes más conocidos.

Por otra parte, el Departamento de Justicia y el Congreso norteamericanos encomendaron la realización de un ejercicio simulado para evaluar la capacidad de EUA para responder a un ataque con Yersinia pestis, la bacteria causante de la peste bubónica. A pesar de que participaron las principales agencias federales e instituciones de salud, como los Centros de Control de Enfermedades (CDC), los resultados fueron deficitarios. Lo mismo sucedió con otro ejercicio que simulaba un ataque con viruela. Las deficiencias más graves no fueron relativas al equipamiento hospitalario, sino a la falta de coordinación de las instituciones y a la falta de liderazgo en la toma de decisiones.

La situación es mucho más precaria cuando se piensa en sociedades que ni siquiera han logrado desarrollar un plan de salud aceptable para tiempos de paz.

Tipos de armas

La llamada guerra bioquímica amenaza con diversas opciones de acuerdo al agente agresor que se utilice en los ataques:

Químicos: diversas sustancias como el cianuro generalmente en forma de gases, entre los cuales se popularizaron el gas Sarin luego de un ataque en el Metro de Tokio en 1995. Su acción tiene lugar en distintos puntos del organismo, sobre todo a nivel pulmonar y atacando el sistema nervioso central, provocando paros cardiorrespiratorios, inmovilización, etc.

Bacteriológicos: se llaman así aunque los agentes infecciosos no son sólo bacterias como la causante del Botulismo o la Peste, sino también virus como el de la Viruela o el temible Ébola. Su acción consiste en la infección de la población con alguno de estos agentes patógenos, para los cuales hay diversa capacidad de reacción por parte de la ciencia. Su efecto se hace más devastador cuando se piensa que la población infectada puede contagiar a muchas más personas, originándose epidemias. Aún frente a aquellos microorganismos que pueden ser controlados con drogas y atención médica, una sociedad puede verse indefensa cuando los pacientes son miles y la situación es de caos. Otras de las enfermedades que se creen posibles de ser usadas son el Antrax, Fiebre Q, Hanta-virus, virus enteropatógenos que afectan al sistema digestivo, etc.

Algunas de las necesidades estructurales y organizativas para afrontar un ataque con armas de esta naturaleza son las siguientes:

• entrenamiento y dotación de elementos específicos al personal sanitario;
• redoble de los planes de inmunización contra los agentes que lo contemplen;
• almacenamiento de drogas y antídotos suficientes para una demanda a gran escala, e infraestructura para recibir y trasladar a los enfermos;
• laboratorios con capacidad de trabajo diversificada y veloz, incluyendo secuenciadores de ADN para identificar los patógenos;
• puesta a punto de canales de comunicación para la coordinación y estricto control de los medios masivos para el mantenimiento de la calma una adecuada información de la población.

Exposición a sustancias químicas

Qué es exposición?

"Exposición" significa que usted ha entrado en contacto con un químico y éste ha penetrado en su cuerpo.

¿Cómo puede ocurrir una exposición?

Para que ocurra la exposición a un químico, tiene que existir un sitio donde se origina el mismo. Este sitio es llamado la fuente. Una fuente puede ser un vertedero, una charca, un riachuelo, un incinerador, una cisterna, un bidón ("dron"), o una fábrica. Existen fuentes numerosas de químicos.

Usted puede entrar en contacto con un químico en su fuente o el químico puede moverse de la fuente a un lugar donde usted puede entrar en contacto con el mismo.

Los químicos se pueden mover a través del aire, agua y suelo. También se pueden encontrar en plantas y animales, y por ende en los alimentos que ingerimos. El químico tiene que penetrar dentro de su cuerpo para hacerlo enfermo o para tener un efecto sobre su salud. Si usted no es expuesto a un químico, éste no lo puede enfermar.

¿Cómo penetra un químico dentro de su cuerpo?

Si usted está expuesto, existen tres modos para que un químico penetre en su cuerpo. Estos son: (1) respirando el aire que contiene al químico; (2) comiendo o bebiendo algo que contenga al químico; (3) tocando algo que tiene adherido al químico en la superficie o que lo contiene.

¿Si usted es expuesto a un químico, resultará enfermo?

Esto depende de los muchos factores de la exposición.

  • Depende del modo por el cual el químico penetró a su cuerpo.
  • También depende de la cantidad del químico que se acumuló en su cuerpo. Algunas veces, una cantidad pequeña del químico lo puede enfermar. Otras veces, usted no se enfermará como resultado de la exposición a una gran cantidad de un químico.

Los factores que determinan si usted se enfermará como resultado de la exposición a químicos incluyen:

  • El tipo de químico;
  • La cantidad (a cuánta de la sustancia fue expuesta la persona);
  • La duración (por cuánto tiempo ocurrió la exposición); y
  • La frecuencia (cuántas veces fue expuesta la persona).

Las personas también responden de diferentes maneras a los químicos. Algunas personas pueden ser expuestas a un químico, pero no resultarán enfermas. Otras pueden ser más sensitivas a químicos y enfermarse como resultado de la exposición. (Por ejemplo, los niños pueden ser más sensitivos a los químicos y pueden enfermarse más fácilmente que los adultos.) Otras enfermedades pueden ser causadas solamente si usted es expuesto a un químico por un periodo extendido de tiempo. Si usted no es expuesto a un químico, éste no lo puede enfermar.

Armas químicas y biológicas

En caso de un ataque con armas químicas o biológicas cerca de usted, las autoridades le indicarán cuál es el mejor curso de acción. Esto podría ser evacuar el área inmediatamente, buscar refugio en un lugar designado o refugiarse inmediatamente donde usted se encuentra y sellar el lugar. La mejor forma de protegerse a sí mismo es tomar medidas de preparación para emergencias por anticipado y obtener atención médica tan pronto como sea posible, de ser necesario.

Agentes químicos

Los agentes químicos bélicos son vapores, aerosoles, líquidos o sólidos venenosos que tienen efectos tóxicos en la gente, los animales o las plantas. Pueden emitirse por medio de bombas, rociarse desde aeronaves, embarcaciones o vehículos, o utilizarse como un líquido para crear un riesgo para la gente y el medio ambiente. Algunos agentes químicos pueden no tener olor ni sabor. Pueden tener un efecto inmediato (desde algunos segundos hasta algunos minutos) o un efecto demorado (desde varias horas hasta varios días.) Aunque potencialmente son letales, los agentes químicos son difíciles de emitir en concentraciones letales.

Afuera, los agentes se disipan rápidamente. Los agentes químicos también son difíciles de producir.

Existen seis tipos de agentes:

* Los agentes que dañan los pulmones (pulmonares), tales como el fosgeno,

* El cianuro,

* Los agentes vesicantes o que causan ampollas, tales como la mostaza,

* Agentes que atacan el sistema nervioso, tales como GA (tabun), GB (sarin), GD (soman), GF y VX.

* Agentes incapacitantes, tales como BZ, y

* Agentes de control de disturbios o motines (similares a MACE).

Agentes biológicos

Los agentes biológicos son organismos o toxinas que pueden matar o incapacitar a la gente, el ganado y las cosechas. Los tres grupos básicos de agentes biológicos que con mayor probabilidad se utilicen como armas son bacterias, virus y toxinas.

1. Bacterias. Las bacterias son organismos pequeños que viven libremente y que se reproducen por división simple y son fáciles de cultivar. Las enfermedades que producen a menudo responden al tratamiento con antibióticos.

2. Virus. Los virus son organismos que requieren células vivas para reproducirse y dependen íntimamente del cuerpo que infectan. Los virus producen enfermedades que por lo general no responden a los antibióticos. No obstante, las drogas antivirales a veces son eficaces.

3. Toxinas. Las toxinas son sustancias venenosas que se encuentran y se extraen de plantas, animales o microorganismos vivos; algunas toxinas pueden producirse o alterarse por medios químicos. Algunas toxinas pueden tratarse con antitoxinas específicas y drogas selectas.

La mayoría de los agentes biológicos son difíciles de cultivar y mantener. Muchos se descomponen rápidamente cuando están expuestos a la luz solar y otros factores del medio ambiente, mientras que otros, tales como las esporas de ántrax, tienen una vida larga. Pueden dispersarse rociándolos en el aire o infectando a los animales que transmiten la enfermedad a los humanos a través de la contaminación de los alimentos y el agua.

* Aerosoles – Agentes biológicos que se dispersan en el aire, formando un rocío fino que puede extenderse por millas. Inhalar el agente puede causar enfermedades en las personas o los animales.

* Animales – Algunas enfermedades se propagan por medio de insectos y animales, tales como pulgas, ratas, moscas y mosquitos. Deliberadamente propagar enfermedades a través del ganado también se denomina agro-terrorismo.

* Contaminación de los alimentos y el agua – Algunos organismos y toxinas patogénicas pueden persistir en los suministros de agua y alimentos. La mayoría de los microbios pueden matarse y las toxinas pueden desactivarse cocinando los alimentos e hirviendo el agua.

En el otoño de 2001, esporas de ántrax elaboradas en forma de un polvo blanco fueron enviadas por correo a personas del gobierno y los medios de comunicación. Las máquinas de clasificación de la correspondencia postal y abrir las cartas dispersó las esporas en forma de aerosoles. Ocurrieron algunas muertes como resultado de esto. El efecto era interrumpir el servicio de correos y causar pánico general entre el público con respecto al manejo de la correspondencia entregada.

La propagación de persona a persona de algunos agentes infecciosos también es posible. Los humanos han sido la fuente de infecciones de viruela, plaga bubónica y los virus Lassa.

Qué hacer para prepararse para un ataque químico o biológico

* Reúna un equipo de suministros para desastres (véase el capitulo titulado “Planificación de emergencias y suministros para desastres” para obtener más información) y esté seguro de incluir:

* Un radio comercial de batería con batería adicionales

* Alimentos no perecederos y agua potable.

* Un rollo de cinta adhesiva para conductos y tijeras.

* Hojas de plástico para las puertas, las ventanas y las salidas de ventilación para la habitación en la que se refugiará. Ésta debe ser una habitación interna donde pueda bloquear el aire que pueda contener agentes químicos o biológicos peligrosos. Para ahorrar tiempo crucial, las hojas de plástico deben medirse y cortarse previamente para cada abertura.

* Botiquín de primeros auxilios.

* Suministros sanitarios, incluyendo jabón, agua y blanqueador.

Qué hacer durante un ataque químico o biológico

1. Escuche la radio para instrucciones de las autoridades tales como si debe permanecer adentro o evacuar el área.

2. Si se le indica que permanezca en su casa, el edificio donde se encuentra, u otro refugio durante un ataque químico o biológico:

* Cierre toda la ventilación, incluyendo la calefacción, los acondicionadores de aire, las salidas de ventilación y los ventiladores.

* Busque refugio en una habitación interna, preferiblemente sin ventanas. Selle la habitación con cinta adhesiva para conductos y hojas de plástico. Un espacio de diez pies cuadrados de piso por persona proporcionará suficiente aire para evitar la acumulación de bióxido de carbón hasta por cinco horas. (Véase el capítulo titulado “Refugio”.)

* Permanezca en áreas protegidas donde los vapores tóxicos se reduzcan o eliminen, y asegúrese de llevarse consigo su radio de batería.

3. Si queda atrapado en un área no protegida, usted debe:

* Intentar ir a un lugar en el que el viento sople hacia el área contaminada.

* Intentar encontrar un refugio tan pronto como sea posible.

* Escuchar las instrucciones oficiales en su radio.

Qué hacer después de un ataque químico

Los síntomas inmediatos de la exposición a agentes químicos pueden incluir vista borrosa, irritación en los ojos, dificultad para respirar y náuseas. Una persona afectada por un agente químico o biológico requiere atención inmediata por parte de personal médico profesional. Si la atención médica no está disponible inmediatamente, descontamínese usted y ayude a descontaminar a otros. La descontaminación tiene que llevarse a cabo a los pocos minutos de la exposición a fin de reducir al mínimo las consecuencias a la salud. (No obstante, usted no debe salir de la seguridad de un refugio para ir afuera a ayudar a otros, a menos que las autoridades anuncien que es seguro hacerlo.)

1. Use extrema precaución al ayudar a otros que han estado expuestos a agentes químicos:

* Quítele toda la ropa y otros artículos que estén en contacto con el cuerpo. La ropa contaminada que normalmente se quita por la cabeza debe cortarse para evitar el contacto con los ojos, la nariz y la boca. Póngala en una bolsa plástica si es posible. Descontamine las manos con agua y jabón. Quítele a la persona los anteojos o los lentes de contacto. Ponga los anteojos en un recipiente con blanqueador doméstico para descontaminarlo.

2. Quítese todos los artículos que estén en contacto con el cuerpo.

3. Enjuáguese los ojos con abundante agua.

4. Lávese suavemente la cara y el pelo con agua y jabón; y luego enjuáguese bien con agua.

5. Descontamine otras áreas del cuerpo que puedan haberse contaminado. Lávese el cuerpo suavemente (sin restregar) con un paño empapado en agua jabonosa y enjuáguese con agua limpia.

6. Cámbiese la ropa a ropa que no esté contaminada. La ropa guardada en gavetas o clósets probablemente no estará contaminada.

7. Si es posible, vaya a una instalación médica para que lo examinen.

Qué hacer después de un ataque biológico

En muchos ataques biológicos, la gente no sabrá que ha estado expuesta a un agente. En tales situaciones, el primer indicio de un ataque podría ser cuando usted note síntomas de la enfermedad causada por la exposición a un agente. En tal caso, debe buscar atención médica inmediata para recibir tratamiento.

En algunas situaciones, como con las cartas con ántrax en el 2001, la gente puede ser alertada a la posible exposición. Si este es el caso, preste atención a todas las advertencias e instrucciones oficiales sobre la manera de proceder. La atención médica para un ataque biológico podría manejarse de una manera diferente para responder a la mayor demanda. De nuevo, será importante que usted preste atención a las instrucciones oficiales por radio, televisión y los sistemas de alerta de emergencia.

Si su piel o su ropa entran en contacto con una sustancia visible y potencialmente infecciosa, debe quitarse la ropa y artículos personales y ponerlos en una bolsa y usted debe lavarse inmediatamente con agua jabonosa. Póngase ropa limpia y busque atención médica.

Agentes químicos: Información sobre limpieza personal y desecho de ropa contaminada

· . Si entra en contacto con una sustancia química peligrosa puede ser necesario que se quite de inmediato la ropa, la deseche y luego se lave el cuerpo. Quitarse la ropa y lavarse el cuerpo reducirá o eliminará la sustancia química para que así ésta deje de ser un peligro. Este proceso se llama descontaminación.

Las personas deben descontaminarse por dos razones principales:

  1. para prevenir que el cuerpo absorba mucho más la sustancia química o para evitar que se propague por todo el cuerpo, y
  2. para prevenir que la sustancia química se propague a otras personas, entre ellas, al personal médico que debe tratar o que puede entrar en contacto con una persona que está contaminada con la sustancia química.

La mayoría de los agentes químicos pueden penetrar las prendas de vestir y ser absorbidos rápidamente por medio de la piel. Debido a esto, la descontaminación más importante y eficaz es la que se hace durante el primer o segundo minuto después de la exposición.

¿Cómo sabe si necesita lavarse y desechar sus prendas de vestir?

En la mayoría de los casos, los coordinadores de emergencia le dejarán saber si se ha liberado una sustancia química peligrosa y les dirán lo que usted debe hacer.

En general, la exposición a una sustancia química en su forma líquida o sólida le obligará a quitarse las prendas de vestir y después a lavarse cuidadosamente la piel que ha sido expuesta. La exposición a una sustancia química en forma de vapor (gas) generalmente requiere que usted sólo se quite la ropa y se aleje de la fuente del vapor tóxico.

Si usted cree que ha estado expuesto a una sustancia química pero no ha oído nada de los coordinadores de emergencia, debe seguir las recomendaciones para lavarse el cuerpo y desechar las prendas de vestir que se presentan en la sección siguiente.

Lo que se debe hacer

Debe actuar rápidamente y seguir las instrucciones de los coordinadores de emergencia locales. Cada situación puede ser diferente y por esa razón, los coordinadores de emergencia pueden tener instrucciones especiales que usted debe seguir. Las tres cosas más importantes que debe hacer si cree que ha estado expuesto a una sustancia química peligrosa son (1) quitarse rápidamente la ropa, (2) lavarse y (3) botar sus prendas de vestir. Esta es la forma en que debe hacerse:

  • Quitarse la ropa:
    • Quítese rápidamente cualquier prenda de vestir que tenga una sustancia química. Cualquier prenda que normalmente se quita pasándosela por encima de la cabeza debe ser cortada para evitar el pasarla por encima de la cabeza.
    • Si le ayuda a alguien a quitarse la ropa, trate de evitar tocar las áreas contaminadas y retire la ropa lo más rápido posible.
  • Lavarse usted mismo:
    • Tan pronto como sea posible lávese de la piel cualquier sustancia química con abundante agua y jabón. Lavarse con agua y jabón le ayudará a protegerse contra cualquier sustancia química que haya en su cuerpo.
    • Enjuáguese los ojos con agua pura de 10 a 15 minutos si siente quemazón o si la visión es borrosa. Si usa lentes de contacto, quíteselos y póngalos junto con la ropa contaminada. No se ponga los lentes de contacto otra vez en los ojos (no importa que no sean desechables). Si usa anteojos, lávelos con agua y jabón. Puede ponerse los anteojos otra vez una vez que los haya lavado.
  • Desechar la ropa:
    • Después de que se haya lavado, coloque su ropa dentro de una bolsa plástica. Evite tocar las áreas de la ropa que están contaminadas. Si no puede evitar tocar las áreas contaminadas o si no está seguro cuáles son las áreas contaminadas, use guantes de goma o ponga la ropa en la bolsa utilizando tenazas, mangos de herramientas, palos u otros objetos similares. Cualquier cosa que toque la ropa contaminada también debe ser colocada en la bolsa. Si usa lentes de contacto, también debe colocarlos en la bolsa plástica.
    • Selle la bolsa y luego guarde esa bolsa dentro de una segunda bolsa plástica. Desechar la ropa siguiendo estas recomendaciones lo protegerá a usted y a otras personas contra cualquier químico que pueda encontrarse en sus prendas de vestir.
    • Cuando lleguen los miembros del departamento de salud local o estatal o el personal de emergencia, dígales lo que hizo con la ropa. El departamento de salud o el personal de emergencia se encargarán de botar las bolsas. No manipule las bolsas plásticas.

Después de que usted se haya quitado la ropa, se haya lavado el cuerpo y haya desechado las prendas de vestir, debe vestirse con ropa que no esté contaminada. Es poco probable que la ropa guardada en cajones de closet esté contaminada y por ello usted podrá usarla.

Usted debe evitar entrar en contacto con otras personas que han estado expuestas pero que todavía no se han cambiado de ropa o se han lavado el cuerpo. Retírese del área donde se produjo la fuga de la sustancia química cuando los coordinadores de emergencia le indiquen que debe hacerlo.

¿Es la compra de una capucha de escape u otro tipo de respirador la mejor manera de protegerme a mí mismo y proteger a mi familia y a mis empleados?

Si está disponible y se usa correctamente, un respirador puede reducir selectivamente el contacto al que de otra manera usted podría estar expuesto. Por muchos años se han usado respiradores en el lugar de trabajo, donde los empleadores tienen programas para asegurar que se seleccionen las máscaras adecuadas y que los respiradores tengan el ajuste correcto. Cuando los consumidores utilizan respiradores, no cuentan con un apoyo similar; por consiguiente, esta hoja informativa presenta abundante información básica para ayudarles a los consumidores a entender las limitaciones y precauciones que es necesario tener en cuenta. El objetivo es evitar los problemas accidentales que pudieran presentarse por falta de entendimiento o por tener un falso sentido de seguridad.

Como primer paso, disponga de un plan de respuesta si sucede una emergencia. Un respirador es solamente una pequeña parte de ese plan. Pueden haber situaciones en las que simplemente es mejor quedarse donde esté y evitar el riesgo de salir, un proceso conocido como "refugiarse en el lugar donde se encuentre", como una manera de sobrevivir. Utilice cualquier información disponible para evaluar la situación. Si advierte grandes cantidades de escombros en el aire, o si las autoridades locales dicen que el aire está muy contaminado, puede ser que usted se decida por este tipo de acción. El Departamento de Seguridad Interna de los EE.UU. (en inglés, U.S. Department of Homeland Security) ofrece información sobre la manera de refugiarse en el lugar donde se encuentre y otras recomendaciones para tener en cuenta al hacer planes de preparación en caso de emergencia en su página de Internet (http://www.ready.gov/), y por medio del número de teléfono gratuito 1-800-BE-READY.

La protección respiratoria es efectiva únicamente si:

Se utiliza el respirador adecuado,

Éste se encuentra disponible cuando lo necesita, y

Usted sabe cuándo y cómo ponérselo y quitárselo y lo ha guardado y lo mantiene en condiciones de funcionamiento según las instrucciones del fabricante.

Cada tipo de respirador puede venir en múltiples variedades, cada una con su propio juego de precauciones, limitaciones y restricciones de uso. Algunos respiradores requieren que se los someta a prueba para asegurar un ajuste ceñido a la cara y no se deben usar con vello facial. Otros utilizan una pinza para la nariz y una boquilla, que se sostiene al apretarla entre los dientes, tal como se hace con un esnórkel. Algunos respiradores impiden que el usuario hable mientras que otros permiten hablar. Todo respirador contaminado con químicos peligrosos debe ser descontaminado y desechado de la manera adecuada.

Todos los respiradores requieren adiestramiento para poder usarlos de la manera correcta. Algunas veces puede practicar usando su propio respirador. Algunos respiradores de escape vienen en un paquete que debe permanecer sellado hasta ser usado, de manera que usted deber ser adiestrado con una versión especialmente diseñada para "practicar". El adiestramiento es extremadamente importante en cuanto a la manera de almacenar el respirador, darle servicio de mantenimiento, usarlo y desecharlo. El proveedor del respirador (es decir, el vendedor, distribuidor o fabricante) proporciona esta información.

Si usted no utiliza un respirador de la manera correcta, es muy posible que no le brinde la protección deseada y hasta puede causarle daño.

Infórmese sobre la manera como funciona un respirador

La siguiente información le ayudará a entender qué es un respirador y cómo se debe emplear. ¿Qué es un respirador? Un respirador es un dispositivo diseñado para protegerle de la inhalación de sustancias peligrosas, tales como sustancias químicas y partículas infecciosas. Existen diversos tipos de respiradores, según se describe a continuación.

Respiradores de escape Están diseñados para ser usados únicamente en caso de emergencia, y solamente para escapar de un área peligrosa a un área segura. Se pueden adquirir comercialmente varios tipos de respiradores de escape. Muchos de ellos emplean una capucha con sello a la altura del cuello en vez de una pieza que cubre la cara. Típicamente están diseñados para ser usados una vez por un corto período, típicamente por 15 minutos a 1 hora. Es posible que se encuentren en una variedad de tamaños y que se ajusten a la mayoría de los adultos. Las personas con tallas de cuello pequeñas o muy grandes pueden no estar en condiciones de utilizar algunos diseños de capuchas de escape. Verifique la información del producto proporcionada por el proveedor antes de realizar la compra.

Respirador de partículas El respirador de partículas es el más sencillo, el menos costoso y el que menos protección ofrece entre los diversos tipos de respiradores disponibles. Estos respiradores únicamente protegen contra materiales articulados. No brindan protección contra sustancias químicas, gases o vapores y su propósito es proteger únicamente contra niveles bajos de peligro. El respirador que cubre la cara y filtra el aire y que se conoce comúnmente como el "N-95" es un tipo de respirador de partículas, utilizado con frecuencia en hospitales para brindar protección contra agentes infecciosos. Los respiradores de partículas son "respiradores que purifican el aire" porque limpian el aire que usted respira de materiales articulados. Aunque usted no vea las partículas, es posible que haya una alta concentración en el aire para que este respirador pueda proveer protección adecuada.

Respirador con máscara antigases o cartucho químico Las máscaras antigases también se conocen como "respiradores purificadores de aire" porque filtran o limpian el aire de gases químicos y posiblemente de partículas a medida que usted respira. Este respirador se compone de una pieza o máscara que cubre la cara y un filtro o cartucho (si el filtro está en un recipiente de metal, se le llama " en lata"). Unas correas aseguran la máscara a la cabeza. El cartucho puede tener un filtro para extraer las partículas (como en el caso de un arma biológica), carbón vegetal (para extraer ciertas sustancias químicas), ambos u otros componentes. Cuando el usuario inhala, obliga al aire a pasar por el filtro.

Las máscaras antigases son efectivas únicamente si usan el cartucho o filtro correcto (con frecuencia estos términos son intercambiables) para una determinada sustancia biológica o química. Seleccionar el filtro adecuado puede ser un proceso complicado. Hay cartuchos disponibles que protegen contra más de un peligro, pero no hay un filtro único o "todo en uno" que proteja contra todas las sustancias. Usted necesita saber qué peligros enfrentará para poder estar seguro de escoger el filtro correcto.

Respirador con purificador de aire motorizado (PAPR) Los respiradores con purificador de aire motorizado (PAPR, por sus siglas en inglés) emplean un ventilador para hacer que el aire que respira el usuario pase por el filtro. Facilitan la respiración con el filtro y necesitan una batería completamente cargada para trabajar correctamente. Emplean los mismos filtros que las máscaras antigases, de manera que usted necesita saber cuál es el peligro y la magnitud del mismo presente en el aire.

Aparato de respiración autónomo (SCBA) es el respirador usado generalmente por los bomberos. Estos aparatos utilizan su propio tanque de aire para suministrar aire limpio, de manera que usted no tiene que preocuparse por filtros. También protegen contra altas concentraciones de sustancias químicas peligrosas. Sin embargo, son muy pesados (30 libras o más), y se requiere adiestramiento muy especializado para usarlos y proveerles servicio de mantenimiento. Asimismo, los tanques de aire típicamente duran una hora o menos, según su capacidad de funcionamiento y qué tan profundamente esté usted respirando.

Preguntas

Las siguientes preguntas y respuestas proporcionan información adicional que debe tomar en cuenta al seleccionar y utilizar máscaras antigases y respiradores de escape. Al final de esta hoja informativa, encontrará una serie de preguntas que debería hacer antes de comprar una máscara antigases o un respirador de escape.

¿Puedo comprar una máscara antigases o respirador de escape y esperar que me proteja de todo lo que pueda suceder?

Estos respiradores deben ser seleccionados para proteger contra peligros específicos. Se deben seguir estrictamente las precauciones, limitaciones y restricciones de uso proporcionadas con el respirador. Si la máscara no ofrece un ajuste ceñido alrededor de la cara al inhalar, usted puede respirar el aire contaminado que penetra por cualquier hendidura presente en los bordes de la máscara que aíslan la cara. Cualquier cosa que impida que la máscara se ajuste ceñidamente a la cara, tal como la barba o patillas largas puede crear un escape o fuga. Algunos respiradores vienen en diferentes estilos y tamaños, y se ajustan de manera diferente en diversas personas debido a que existen diferentes tipos de rostros. También se necesita adiestramiento para saber cómo ponerse y utilizar correctamente la máscara. El proveedor del respirador debe proporcionar esta información.

Si tengo los cartuchos o filtros adecuados para determinado peligro y mi máscara se ajusta bien, me protegerán siempre contra ese peligro?

Las máscaras antigases y los respiradores de escape reducen la exposición al peligro, pero si la exposición es tal que va más allá de la capacidad del filtro (ya sea porque la cantidad de gases o partículas tóxicas es más alta de lo que el filtro está diseñado para filtrar, o debido a que la exposición dura más tiempo de lo que el filtro está diseñado para manejar), el filtro puede no ser efectivo al proporcionar la protección requerida. Asimismo, puede haber una pequeña cantidad de escape o fuga aunque se haya sometido a prueba el respirador. De ser así, y si existe una alta concentración de la sustancia tóxica en el aire exterior, aun ese pequeño escape o fuga puede ser peligroso.

¿Cualquier persona puede usar una máscara respiradora?

El uso de un respirador hace más difícil la respiración que cuando se respira al aire libre. Las personas con enfermedades pulmonares como asma o enfisema, las personas de edad avanzada y otras personas pueden experimentar dificultades para respirar. Es posible que las personas que sufren de claustrofobia no puedan utilizar una máscara o respirador con capucha. Algunas personas con problemas de la visión pueden experimentar dificultades para ver mientras utilizan una máscara o capucha, aunque existen máscaras especiales para las personas que necesitan anteojos.

¿Protegen las máscaras antigases a los niños?

Hay una variedad de problemas con el ajuste y uso de respiradores para niños, especialmente los niños pequeños y los bebés. Por ejemplo, es poco probable que las máscaras disponibles en la actualidad se ajusten a los rostros de niños pequeños y bebés. Tal como ocurre cuando usa el respirador cualquier persona, las pruebas de ajuste, el adiestramiento y el uso y servicio de mantenimiento correctos son esenciales.

¿Me protegerán siempre el cartucho o filtro y la máscara respiradora?

Los cartuchos, filtros y máscaras se deterioran con el tiempo. Los cartuchos pueden tener vida limitada. Si ha expirado la fecha de caducidad del cartucho de filtro que se adhiere a la máscara, o si ha quedado expuesto al aire o ha sufrido daños, usted no está protegido. Los cartuchos que contienen carbón vegetal u otras sustancias químicas para filtrar el aire deben estar en paquetes herméticos. Si se abren los cartuchos o no se colocan en empaques herméticos, no se deben usar. Hasta los cartuchos que están en su empaque original tienen fechas de expiración que deben ser verificadas antes de comprarlos. También, al cabo de cierto tiempo, la máscara puede envejecer y dañarse. Mantenga la máscara en un lugar limpio y seco, lejos del calor o del frío extremo. Inspecciónela según las especificaciones del fabricante.

Si utilizo una máscara antigases correctamente, ¿puedo estar completamente seguro?

Los cartuchos de filtro brindan protección únicamente contra ciertas sustancias inhaladas que pueden encontrarse suspendidas en el aire. Algunas sustancias químicas peligrosas se absorben por la piel. Se deben combinar máscaras antigases y respiradores de escape correctamente seleccionados con ropa protectora para prevenir por completo las lesiones causadas por estas sustancias químicas.

¿Me protegerá una máscara antigases si no hay suficiente oxígeno en el aire?

Las máscaras antigases no proveen oxígeno. Si se utilizan en situaciones donde existen niveles bajos de oxígeno, como en un caso de incendio, se corre el peligro de asfixia.

¿Me protegerá una máscara antigases en caso de incendio?

Es importante leer la información proporcionada por el fabricante si su principal preocupación es poder escapar de un edificio lleno de humo. Las partículas de humo pueden obstruir rápidamente el filtro de las máscaras antigases, y se necesitan filtros con químicos especiales para protegerse contra el monóxido de carbono y otros gases que pueden estar presentes en un incendio. No todas las máscaras antigases y respiradores de escape brindan protección contra estos peligros. Algunos componentes de estas máscaras antigases y respiradores de escape, entre ellos las capuchas y las caretas, pueden derretirse si se exponen al fuego.

Una vez que me ponga la máscara antigases o respirador de escape, ¿cuánto tiempo durará?

Eso depende de la capacidad de filtración del respirador y de la magnitud del peligro presente en el aire; entre más grande sea el peligro de sustancias químicas o biológicas presentes en el aire (concentraciones más altas), más corto será el tiempo que dure el filtro. No hay un límite absoluto de tiempo, y este límite variará según la capacidad de cada modelo de respirador. Es por este motivo que su plan de emergencia debe incluir algo sobre cómo llegar hasta un área segura antes de que se agote la capacidad de filtración de la máscara.

¿Cómo sé que un respirador me protegerá contra los peligros contra los cuales dice que protege?

Ninguna agencia en los Estados Unidos somete a prueba y certifica respiradores para ser usados por el público en general; sin embargo, el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacionales (NIOSH, por sus siglas en inglés), el cual forma parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), somete a prueba y certifica respiradores para ser usados por los trabajadores a fin de protegerse contra los peligros presentes en el sitio de trabajo. Los respiradores certificados por NIOSH dirán "Aprobado por NIOSH" y es posible que tengan un número de certificación. Sin embargo, NIOSH únicamente certifica respiradores contra peligros específicos. El hecho de que un respirador esté certificado no significa que brindará protección contra TODOS los peligros. Los respiradores certificados por NIOSH cuentan con etiquetas de aprobación que identifican los peligros contra los cuales se certificó el respirador. Si piensa comprar un respirador, debe verificar la etiqueta de aprobación para asegurarse de que haya sido certificado para darle la protección que usted desea.

Preguntas que debe hacer sobre el respirador que piensa comprar:

¿Qué protección (qué sustancias químicas y partículas, y a qué niveles) brinda la capucha de escape?

¿Hay más de un tamaño?

¿Cómo sé si la máscara antigases o capucha de escape ofrece el ajuste correcto?

¿Qué tipo de adiestramiento necesito?

¿Se ha sometido a prueba la capucha de escape para verificar que de hecho protege contra agentes biológicos, agentes químicos de guerra, sustancias químicas tóxicas industriales y partículas de polvo radioactivo?

¿Quién realizó la prueba, cuáles fueron los niveles sometidos a prueba y qué tanto tiempo duró la prueba?

¿Ha certificado la capucha de escape un laboratorio independiente o dependencia del gobierno?

¿Hay condiciones especiales para su almacenamiento o servicio de mantenimiento?

¿Podré hablar mientras uso el respirador?

¿Restringe la capucha de alguna manera la visión o el movimiento de cabeza?

¿Puedo transportar el dispositivo en el maletero de mi automóvil?

¿Hay disponible un respirador de muestra para aprender a usarlo correctamente?

¿Puedo usar la capucha de escape más de una vez?

¿Pueden usar los niños la capucha de escape y obtener la protección deseada?

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Cristian Gramajo

Armas nucleares


Síntesis del trabajo practico

1.-Introducción

2.- Armas de fisión

3.- La reacción en cadena

4.- Masa critica

5.- Detonación de bombas atómicas

6.-Producción de materia fisil

7.-Armas termonucleares o de fusión

8.-Bombas de fisión-fusión-fisión

9.-Efectos de las armas nucleares

1 INTRODUCCIÓN

Armas nucleares, dispositivos explosivos utilizados con fines bélicos que liberan energía nuclear a gran escala. La primera bomba atómica (o bomba A) fue probada el 16 de julio de 1945 cerca de Alamogordo (Nuevo México). Se trataba de un explosivo completamente nuevo. Hasta ese momento todos obtenían su potencia de la descomposición o combustión rápida de algún compuesto químico. Las reacciones químicas de este tipo sólo liberan la energía de los electrones más externos del átomo.

Bombas nucleares Las armas nucleares son las más poderosas y destructivas que existen. Las modernas, que pueden tener una potencia equivalente a varios millones de toneladas de TNT, suelen tener de unas 8 a 40 veces la potencia de las que devastaron Hiroshima y Nagasaki en 1945. Los artefactos que se muestran son bombas nucleares y se utilizan en los ejercicios periódicos de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos.U.S. Air Force

En cambio, los explosivos nucleares ponen en juego la energía contenida en el núcleo del átomo. La bomba A obtenía su potencia de la ruptura o fisión de los núcleos atómicos de varios kilos de plutonio. Una esfera del tamaño de una pelota de béisbol produjo una explosión equivalente a 20.000 toneladas de trinitrotolueno (TNT).

Misiles nucleares Debido a la inmensa capacidad destructiva de las armas nucleares estratégicas, tales como los misiles transportados en submarinos, y el escaso tiempo de respuesta en el caso de un ataque nuclear, los jefes de Estado de las potencias nucleares disponen de un control absoluto con respecto a su empleo. Los submarinos armados con misiles nucleares pueden ocultarse fácilmente y disponen de sofisticados métodos para ponerse en contacto con la cadena de mando, coronada por el jefe de Estado del país respectivo.

La bomba A se desarrolló, construyó y probó en el marco del Proyecto Manhattan. Se trataba de una extraordinaria empresa estadounidense iniciada en 1942 durante la II Guerra Mundial. En ella participaron muchos científicos eminentes, como los físicos Enrico Fermi, Richard Phillips Feynman y Edward Teller, y el químico Harold Clayton Urey. El director militar era el ingeniero Leslie Groves, comandante general del Ejército de Estados Unidos. El director científico del proyecto, localizado en el Laboratorio Nacional Los Álamos, fue el físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer.

Terminada la guerra, la Comisión para la Energía Atómica de Estados Unidos se responsabilizó de todas las cuestiones nucleares, incluida la investigación armamentística. Se construyeron otro tipo de bombas que obtenían la energía de elementos más ligeros como el hidrógeno. En ellas la reacción que proporciona la energía es la fusión. Durante este proceso los núcleos de los isótopos de hidrógeno se combinan y forman un núcleo, más pesado, de helio (ver más adelante Armas termonucleares o de fusión). La investigación en este campo dio como resultado la producción de bombas cuya potencia oscila de una fracción de kilotón (equivalente a 1.000 toneladas de TNT) hasta muchos megatones (equivalentes a un millón de toneladas de TNT). Además se ha reducido de forma drástica el tamaño físico de las bombas, con lo que han podido desarrollarse bombas nucleares de artillería y pequeños misiles que pueden ser disparados desde lanzadores portátiles en pleno campo de batalla. Aunque en un principio se pretendía que las bombas atómicas fuesen armas estratégicas transportadas por grandes bombarderos, en la actualidad las armas nucleares pueden utilizarse para diversos fines, tanto estratégicos como tácticos. No sólo se pueden lanzar desde diferentes tipos de avión, sino en cohetes o misiles teledirigidos con cabeza nuclear desde la tierra, el aire o bajo el agua. Los cohetes grandes pueden transportar varias cabezas con diferentes objetivos. La investigación en armas nucleares prosigue en la actualidad en Los Álamos y en el Laboratorio Lawrence Livermore (California), en Estados Unidos, y en Aldermaston, en Gran Bretaña.

2 ARMAS DE FISIÓN

En 1905 Albert Einstein publicó la teoría de la relatividad. De acuerdo con ella, la relación entre la masa y la energía viene dada por la ecuación E = mc2. Esto significa que a una masa m dada, corresponde una cantidad de energía E, equivalente a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz c. Una pequeña cantidad de materia equivale a una gran cantidad de energía. Por ejemplo: un kilogramo de materia que se convirtiese por completo en energía equivaldría a la energía liberada por la explosión de 22 megatones de TNT.

En sus experimentos, los químicos alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann dividieron el átomo de uranio en dos partes casi iguales bombardeándolo con neutrones. Más tarde, en 1939, la física Lise Meitner y su sobrino, Otto Robert Frisch, explicaron la reacción de la fisión nuclear, lo que posibilitó la liberación de la energía atómica.

3 LA REACCIÓN EN CADENA

Fisión y fusión nucleares Tanto la reacción de fisión nuclear como la de fusión pueden generar grandes cantidades de energía con fines destructivos. Cuando un átomo de U-235 es bombardeado por un neutrón se divide en dos átomos de cesio y de rubidio y libera una gran cantidad de energía y tres neutrones adicionales. Estos tres neutrones, si no son controlados, pueden hacer que otros átomos de U-235 se dividan con lo que se llega a una explosión por fisión nuclear. Las reacciones de fusión liberan energía cuando dos átomos ligeros de hidrógeno se combinan para formar un átomo más pesado de helio.© Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

Cuando el uranio u otro núcleo apropiado se fisiona, produce un par de fragmentos nucleares y libera energía. Al mismo tiempo el núcleo emite rápidamente cierto número de neutrones rápidos, la misma partícula que inició la fisión del núcleo de uranio. Esto hace posible que se produzcan una serie de reacciones de fisión nuclear de forma automantenida: los neutrones que se emiten durante la fisión provocan una reacción en cadena y una liberación sostenida de energía.

El isótopo ligero del uranio, el uranio 235, se divide sin dificultad a causa de los neutrones producto de la fisión y al hacerlo emite una media de 2,5 neutrones. Para sostener una reacción en cadena basta con un neutrón por cada generación de fisiones nucleares. Otros pueden perderse al escapar del material reactivo, o ser absorbidos por las impurezas o por los isótopos más pesados como el uranio 238, si existen. Cualquier sustancia capaz de mantener una reacción de fisión en cadena se llama material fisilfisil.

4 MASA CRÍTICA

Bomba de fisión La primera bomba atómica empleada en tiempos de guerra fue lanzada por Estados Unidos el 6 de agosto de 1945. Produjo una explosión que devastó la ciudad japonesa de Hiroshima y mató a decenas de miles de personas en menos de un minuto. La bomba era del tipo cañón de fisión y provocó una explosión nuclear al disparar un fragmento de material fisil hacia otro de la misma clase. En este caso la materia era el uranio. Este tipo de bomba es similar a un cañón en que una pequeña parte de uranio es disparada hacia un fragmento mayor que es el objetivo. Al impactar, las dos piezas se unen un instante con lo que se llega a la masa supercrítica (es decir a una masa superior a la que hace falta para mantener una reacción nuclear en cadena). La rápida liberación de grandes cantidades de energía en un volumen limitado provoca la explosión. En el caso del artefacto lanzado sobre Hiroshima, la masa de uranio era del tamaño de una manzana y produjo una explosión tan potente como 20 kilotoneladas de TNT.

Una pequeña esfera, del tamaño de una pelota de golf, de un material fisilfisil puro, como el uranio 235, no mantendría una reacción en cadena. Escaparían demasiados neutrones de la reacción en cadena a través de su superficie que es demasiado grande respecto a su volumen. Sin embargo, en el caso de una masa de uranio 235 del tamaño de una pelota de béisbol, el número de neutrones perdidos en la superficie se compensaría por el número de neutrones generados por las reacciones internas de fisión. La cantidad mínima de material fisil con una forma dada necesaria para mantener la reacción en cadena se llama masa crítica. Al aumentar el tamaño de la esfera producimos una configuración supercrítica en la que las sucesivas generaciones de fisiones aumentan con mucha rapidez, con lo que se puede llegar a una posible explosión, como resultado de la liberación en extremo rápida de una gran cantidad de energía. Por tanto, en una bomba atómica se debe ensamblar y mantener en contacto una masa de material fisil mayor que la crítica durante una millonésima de segundo. Esto permite que la reacción en cadena se propague antes de la explosión. Un contenedor, hecho de algún material pesado, rodea el material fisil y evita su explosión prematura. El contenedor también reduce el número de neutrones que se escapan.

Si se dividiese cada átomo de 0,5 kilogramos de uranio, la energía producida equivaldría a la potencia explosiva de 9,9 kilotones de TNT. En este hipotético caso la eficiencia de la reacción sería del 100%. En las primeras pruebas de la bomba A no se acercaron a ella. Además 0,5 kilos de uranio es poco para alcanzar la masa crítica.

5 DETONACIÓN DE LAS BOMBAS ATÓMICAS

Se han creado varios sistemas para detonar una bomba atómica. El más simple es utilizar una pistola: se dispara un proyectil de material fisil a un objetivo del mismo material, para que ambos se fundan y formen un conjunto supercrítico. La bomba atómica que Estados Unidos hizo explotar sobre Hiroshima (Japón) el 6 de agosto de 1945 fue un arma de ese tipo. Su energía era equivalente a 20 kilotones de TNT.

Un sistema más complejo, llamado de implosión, se utiliza con bombas de forma esférica. La parte exterior de la esfera consiste en una capa de dispositivos, llamados lentes, con una forma y ensamblado especial. Están hechos de material explosivo y diseñados para concentrar la explosión en el centro de la bomba. Cada sección de este material altamente explosivo tiene un detonador que a su vez está unido por cable con las demás secciones. Una señal eléctrica hace explotar todas las partes del material explosivo de forma simultánea, lo que provoca una onda explosiva que converge en el núcleo de la bomba. En éste hay una esfera de material fisil que se comprime por la poderosa presión ejercida hacia el interior, es decir, la implosión. Esto aumenta la densidad del material y produce un conjunto supercrítico. La bomba que se probó en Alamogordo y la que Estados Unidos lanzó sobre Nagasaki (Japón) el 9 de agosto de 1945 fueron de este tipo. Cada una de ellas equivalía a 20 kilotones de TNT.

Con independencia del método utilizado para alcanzar una configuración supercrítica, la reacción en cadena se produce durante una millonésima de segundo y libera grandes cantidades de energía térmica. La liberación tan rápida de una cantidad tan grande de energía en un volumen relativamente pequeño, provoca que la temperatura alcance decenas de millones de grados. La posterior expansión y vaporización del material de la bomba provoca una potente explosión.

6 PRODUCCIÓN DE MATERIAL FISIL

Fueron necesarios muchos experimentos para hacer factible la producción de material fisil.

6.1 Separación de los isótopos de uranio

El isótopo fisil uranio 235 representa sólo el 0,7% del uranio natural. El resto se compone del más pesado uranio 238. Los métodos químicos no son suficientes para separar el uranio 235 del uranio normal, porque ambos isótopos del uranio son idénticos en su forma química. Se han creado varias técnicas para separarlos, pero todas ellas se basan en la pequeña diferencia de peso que hay entre los dos tipos de átomos de uranio.

Durante la II Guerra Mundial se construyó en Oak Ridge (Tennessee) una inmensa planta de difusión gaseosa. Esta planta se amplió después de la guerra y se construyeron dos similares cerca de Paducah (Kentucky) y de Portsmouth (Ohio). El material de base para este tipo de planta es el gas hexafluoruro de uranio, que es muy corrosivo. Este gas se bombea sobre barreras que tienen millones de pequeños agujeros, a través de los cuales las moléculas más ligeras (que contienen átomos de uranio 235) se difunden a una velocidad mayor que las moléculas más pesadas que contienen átomos de uranio 238 (véase Difusión). Una vez que el gas se ha difundido a través de miles de estas barreras (también llamadas fases), se hace muy rico en el isótopo más ligero del uranio. El producto final es uranio apto para fabricar bombas con más de un 90% de uranio 235.

6.2 Producción de plutonio

Aunque el isótopo de uranio 238 no puede mantener una reacción en cadena, sí puede convertirse en material fisil si se bombardea con neutrones. Este proceso puede llevar a la obtención de un nuevo elemento. Cuando el átomo de uranio 238 captura un neutrón en su núcleo se transforma en un isótopo más pesado: el uranio 239. Éste se desintegra con mucha rapidez y forma neptunio 239 que es un isótopo del elemento 93. Una nueva desintegración convierte este isótopo en otro del elemento 94, llamado plutonio 239. Éste, como el uranio 235, se fisiona después de la absorción de un neutrón y puede usarse como material para bombas. La producción de plutonio 239 en grandes cantidades requiere una intensa fuente de neutrones. Esta fuente se obtiene de la reacción en cadena controlada que se produce en un reactor nuclear. Véase Física nuclear.

Durante la II Guerra Mundial se diseñaron reactores que proporcionaban los neutrones necesarios para producir el plutonio. Se construyeron algunos capaces de producir grandes cantidades de plutonio en Hanford (Washington) y cerca de Aiken (Carolina del Sur).

7 ARMAS TERMONUCLEARES O DE FUSIÓN

Antes de que se fabricara la primera bomba atómica los científicos ya se dieron cuenta de que en teoría era posible una reacción nuclear diferente de la fisión, como fuente de energía nuclear. En vez de aprovechar la energía que se produce en una reacción en cadena en el material fisil, las armas nucleares podrían utilizar la energía liberada en la fusión de los elementos más ligeros. Esta reacción es la opuesta a la fisión, ya que consiste en la fusión de dos núcleos de isótopos de algún átomo ligero como el hidrógeno. Por esta razón, las bombas de fusión nuclear se llaman muchas veces bombas de hidrógeno o bombas H. De los tres isótopos de hidrógeno, los dos más pesados, deuterio y tritio, son los que se combinan con más facilidad para formar helio. Aunque la liberación de energía por reacción nuclear durante la fusión es menor que en la fisión, la cantidad de átomos en 0,5 kilogramos de un material ligero es mucho mayor. La energía que liberan 0,5 kilogramos de un isótopo de hidrógeno es equivalente a 29 kilotones de TNT, es decir, tres veces más que la misma cantidad de uranio. Pero esta estimación presupone la fusión de todos los átomos de hidrógeno. La fusión se produce sólo a temperaturas de varios millones de grados y su velocidad sufre un incremento espectacular con la temperatura. Estas reacciones se llaman, por tanto, reacciones termonucleares (inducidas por calor). Hablando en términos estrictos, la palabra “termonuclear” denota que los núcleos tienen un rango (o distribución) de energías característico para cada temperatura. Este hecho es importante, al posibilitar las reacciones de fusión rápidas mediante un incremento de la temperatura.

El desarrollo de las bombas de hidrógeno era imposible antes de que se perfeccionaran las bombas A, dado que sólo éstas podían proporcionar la tremenda cantidad de calor necesaria para iniciar la fusión de los átomos de hidrógeno. Los científicos atómicos consideraban las bombas A como el detonador del dispositivo termonuclear proyectado.

7.1 Pruebas termonucleares

Explosión termonuclear Una explosión termonuclear provoca una nube en forma de hongo. Esta explosión del 1 de noviembre de 1952 formaba parte de la operación Ivy.Photo Researchers, Inc./DOE/Science Source

Después de algunas pruebas experimentales llevadas a cabo en la primavera de 1951 en la zona de pruebas de Estados Unidos en las Islas Marshall, el 1 de noviembre de 1952 se realizó con éxito la primera prueba a gran escala de un dispositivo de fusión. Esta bomba, llamada Mike, produjo una explosión de la potencia de varios millones de toneladas de TNT (es decir, varios megatones). La Unión Soviética detonó una bomba termonuclear de más de un megatón en agosto de 1953, mucho antes de lo que se esperaba. El 1 de marzo de 1954, Estados Unidos hizo explotar una bomba de fusión de una potencia de 15 megatones. Provocó una bola de fuego de más de 4,8 kilómetros de diámetro y una enorme nube en forma de hongo, que se elevó con mucha rapidez hasta la estratosfera.

La explosión de marzo de 1954 dio lugar a que se reconociera mundialmente la existencia de la lluvia radiactiva. La lluvia de desechos radiactivos procedentes del hongo atómico reveló también muchas cosas sobre la naturaleza de una bomba termonuclear. Si la bomba hubiese sido una bomba A, como detonador de un núcleo de isótopos de hidrógeno, la única radiactividad persistente hubiera sido la de los restos de la fisión del detonador y la inducida por los neutrones en el agua de mar y en los corales. Pero algunos residuos radiactivos cayeron en un barco japonés llamado el Dragón afortunado, un atunero que se encontraba a 160 kilómetros del lugar de la explosión. El polvo radiactivo fue analizado con posterioridad por científicos japoneses y sus resultados probaban que la bomba cuyos residuos se habían recogido sobre el Dragón afortunado era algo más que una bomba H.

8 BOMBAS DE FISIÓN-FUSIÓN-FISIÓN

La bomba termonuclear de 1954 fue un arma de tres fases. La primera fase era una bomba A que actuaba como detonador. La segunda era una bomba H, resultante de la fusión de deuterio y tritio en el interior. Al detonar se formaban átomos de helio y neutrones de alta energía. La tercera fase se iniciaba con el impacto de estos neutrones en la cubierta exterior de la bomba, que estaba hecha de uranio natural o uranio 238. En este punto no se producía reacción en cadena, pero los neutrones de la fusión tenían suficiente energía como para producir la fisión del núcleo de uranio, lo que se sumaba a la potencia explosiva total y a la radiactividad de los residuos de la bomba.

9 EFECTOS DE LAS ARMAS NUCLEARES

Explosión nuclear La explosión subsiguiente a la detonación de una bomba atómica tiene efectos catastróficos para la zona circundante. Los edificios son arrasados por la intensidad de la onda expansiva y por la gran cantidad de calor liberada. La característica nube con forma de hongo que genera, despide restos y material radiactivo hasta la atmósfera, por lo que origina daños biológicos a miles de kilómetros del lugar de la explosión.Archive Films

Bomba atómica Cuando una bomba atómica explota, la bola de fuego provoca ondas de choque y de calor que destruyen las construcciones en las proximidades de la explosión. En su ascenso, la bola de fuego aspira los restos y forma una nube en forma de hongo. Los daños pueden extenderse sobre áreas enormes. Por ejemplo el radio de deterioro extremo puede ser de unos 18 kilómetros para una explosión de 10 megatones. Los residuos radiactivos pueden dispersarse por todo el mundo a través de los procesos atmosféricos.© Microsoft Corporation. Los efectos de las armas nucleares se estudiaron con mucho detenimiento.

9.1 Efectos de la onda expansiva

Al igual que con las explosiones de armas convencionales, la mayor parte del daño causado por una explosión nuclear en los edificios y en otras estructuras proviene, de modo directo o indirecto, de los efectos de la onda expansiva. La rápida expansión de los materiales de la bomba produce un impulso de altas presiones, también llamado onda de choque, que se mueve desde la bomba en explosión hacia fuera con mucha rapidez. En el aire, esta onda de choque se llama onda expansiva, porque es equivalente a ésta y la acompañan vientos de una fuerza mucho mayor que los de un huracán. Los daños son producidos tanto por el gran exceso (o sobrepresión) de aire que antecede a la onda expansiva como por los vientos tan fuertes que siguen soplando después del paso de ésta. El alcance de los daños en tierra como consecuencia de la explosión depende de su equivalente en TNT, de la altitud a la que explotó la bomba (altura de la explosión) y de la distancia de la estructura hasta el punto cero (es decir, el punto situado justo bajo la explosión de la bomba en vertical). En el caso de las bombas A que explotaron sobre Japón, la altura de la explosión fue de unos 550 metros, ya que se calculó que esta altura produciría un área de destrucción máxima. Si el equivalente en TNT hubiera sido mayor, se habría escogido también una mayor altitud de explosión.

Si se elige una altura de explosión que maximice el área afectada, una bomba de 10 kilotones provocará daños graves en las casas con estructura de madera (muy comunes en Estados Unidos) a una distancia de más de 1,6 kilómetros del punto cero y provocará daños moderados hasta los 2,4 kilómetros (una casa con graves daños ya no se puede reparar). El radio de devastación se incrementa con la potencia de la bomba, de modo proporcional a su raíz cúbica. Por tanto, si una bomba de 10 megatones (1.000 veces más poderosa que una de 10 kilotones) explota a una altura óptima, las distancias se incrementarán por un factor diez: 16 kilómetros de radio para los daños graves y 24 kilómetros para los daños moderados.

9.2 Efectos térmicos

Las altísimas temperaturas que se alcanzan en una explosión nuclear provienen de la formación de una masa de gas incandescente muy caliente que se llama bola de fuego. Por una bomba de 10 kilotones detonada en el aire, la bola de fuego alcanzaría un diámetro de 300 metros y la de una bomba de 10 megatones sería de 4,8 kilómetros. La bola de fuego emite un fogonazo de radiación térmica (es decir, calor), que se extiende sobre una gran área pero con una intensidad cada vez más débil. La cantidad de energía térmica recibida a cierta distancia de la explosión nuclear depende de la potencia de la bomba y de las condiciones de la atmósfera. Si hay poca visibilidad o la bomba explota sobre las nubes, la efectividad de la onda térmica disminuye. La radiación térmica provoca quemaduras en la piel que no está protegida. Una explosión de 10 kilotones en el aire puede producir quemaduras de gravedad moderada (de segundo grado y que requieren atención médica) a 2,4 kilómetros del punto cero. Para una bomba de 10 megatones la distancia se eleva a más de 32 kilómetros. También se producirían quemaduras menos graves de la piel expuesta mucho más lejos. La mayor parte de la ropa ordinaria protege de la radiación térmica, al igual que casi cualquier objeto opaco. Las quemaduras provocadas por el fogonazo térmico sólo se producen si la piel está expuesta de forma directa, o la ropa es demasiado ligera para absorber la radiación térmica.

La radiación térmica puede provocar incendios en materiales inflamables secos, como por ejemplo el papel o algunos tejidos. Estos incendios pueden propagarse si hay condiciones apropiadas. La experiencia de las bombas A detonadas sobre Japón indica que muchos incendios, en especial los de las zonas cercanas al punto cero, se iniciaron por causas secundarias como cortocircuitos, conductos de gas rotos y hornos y calderas industriales volcados. La onda expansiva produjo escombros que ayudaron a mantener los incendios y que dificultaron el acceso de los servicios de bomberos. Por tanto, gran parte de los daños provocados por el fuego en Japón fueron efectos secundarios de la onda expansiva.

Bajo ciertas condiciones, como las que se dieron en Hiroshima pero no en Nagasaki, muchos fuegos dispersos se pueden combinar y producir una tormenta de fuego, como las que acompañan a algunos grandes incendios forestales. El calor del fuego provoca una fuerte corriente ascendente, que a su vez provoca vientos fuertes, dirigidos hacia la zona que está ardiendo. Estos vientos avivan las llamas y convierten la zona en un holocausto en el que se destruye cualquier cosa inflamable. Sin embargo, como el viento lleva las llamas hacia el interior, se puede limitar la zona en que se propague un fuego.

9.3 Radiactividad

Aparte de la onda térmica y expansiva, las bombas nucleares tienen un efecto característico. Liberan radiación penetrante que es diferente por completo de la radiación térmica, es decir, del calor Cuando es absorbida por el cuerpo, la radiación nuclear puede provocar graves daños. Si la explosión ocurre a gran altitud, el radio en que se producen estos daños es menor que el de los daños por incendios y por la onda expansiva o que el de las quemaduras por radiación térmica. Sin embargo, en Japón, debido a la radiación murieron más tarde muchas personas que estaban protegidas de la onda expansiva y de las quemaduras.

Existen dos categorías de radiación nuclear provocadas por una explosión: la radiación instantánea y la radiación residual. La radiación instantánea se compone de un fogonazo de neutrones y rayos gamma que se propagan por una zona de varios kilómetros cuadrados. Los efectos de los rayos gamma son idénticos que los de los rayos X. Tanto los neutrones como los rayos gamma pueden atravesar la materia sólida, por lo que para protegerse hacen falta materiales de gran espesor.

La radiación residual conocida como lluvia radiactiva puede ser un peligro en grandes zonas que no sufran ninguno de los otros efectos de la explosión. Las bombas que obtienen su energía de la fisión del uranio 238 o del plutonio 239 producen dos núcleos radiactivos por cada núcleo fisil que se divide. Estos productos de la fisión producen una radiactividad permanente en los restos de la bomba, ya que la vida media de estos átomos se puede medir por días, meses o años.

Se conocen dos tipos de lluvia radiactiva, la inicial y la tardía. Si la explosión nuclear se produce cerca de la superficie, la tierra o el agua se levantan formando una nube en forma de hongo. Además el agua y la tierra se contaminan al mezclarse con los restos de la bomba. El material contaminado empieza a depositarse a los pocos minutos y puede seguir haciéndolo durante 24 horas, cubriendo una zona de varios miles de kilómetros cuadrados, en la dirección en que el viento lo lleve. Se llama lluvia radiactiva inicial y supone un peligro inmediato para los seres humanos. Si una bomba nuclear explota a gran altitud, los residuos radiactivos se elevan a gran altura junto con la nube en forma de hongo y cubren una zona aún más extensa.

La experiencia de la lluvia radiactiva en el hombre ha sido mínima. El caso más importante es el de la exposición accidental de isleños y pescadores en la explosión de 15 megatones del 1 de marzo de 1954. La lluvia radiactiva ha afectado a los seres humanos en diversas ocasiones: las secuelas de los experimentos nucleares estadounidenses en Bikini (Micronesia, 1946) y de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki en 1945 todavía se manifiestan en la población que sufrió sus efectos y en sus descendientes. El 26 de abril de 1986 estalló el reactor de la central nuclear ucraniana de Chernóbil, y emitió radiación durante 10 días. En el plazo de cinco años el cáncer y la leucemia aumentaron en la zona un 50%. No es posible calcular o predecir las generaciones futuras que todavía se verán sometidas a las consecuencias de los accidentes o explosiones nucleares. Las propiedades de la radiactividad y las inmensas zonas que pueden contaminarse convierten a la lluvia radiactiva en lo que, potencialmente, pudiera ser el efecto más letal de las armas nucleares.

9.4 Efectos climáticos

Aparte de los daños por la onda expansiva y por la radiación, una guerra nuclear a gran escala entre naciones tendría casi con certeza un efecto catastrófico sobre el clima mundial. Esta posibilidad, que se planteó en un artículo publicado por un grupo internacional de científicos en diciembre de 1983, se conoce como la teoría del “invierno nuclear”. Según estos científicos, la explosión de menos de la mitad del total de las cabezas nucleares de Estados Unidos y Rusia enviaría a la atmósfera enormes cantidades de polvo y humo. Esta cantidad sería suficiente para ocultar al Sol durante varios meses, sobre todo en el hemisferio norte, lo que acabaría con las plantas y provocaría un clima de temperaturas bajo cero hasta que se dispersase ese polvo. La capa de ozono también se vería afectada, lo que agravaría los daños como consecuencia de la radiación ultravioleta solar. Si esta situación se prolongase, significaría el fin de la humanidad. Desde entonces, la teoría del invierno nuclear ha estado permanentemente envuelta en polémica. En 1985 el Departamento de Defensa de Estados Unidos reconoció su validez, pero afirmó que no afectaría a la política de defensa.

9.5 Bombas H limpias

Por término medio, un 50% de la potencia de una bomba H proviene de las reacciones termonucleares y otro 50% de la fisión de la bomba A, que actúa como detonante, así como de la fisión de la capa externa de uranio. Se define la bomba H limpia como aquélla en la que menos del 50% de su potencia proviene de la fisión. Dado que la fusión no produce sustancias radiactivas de forma directa, los residuos de una bomba limpia son menores que los de una bomba H media normal con la misma potencia. Si se construyese una bomba H, sin cubierta de uranio pero con un detonador de fisión, sería relativamente “limpia”. Quizá tan sólo un 5% de la potencia explosiva provendría de la fisión; por tanto, la bomba sería limpia en un 95%. Esta bomba de fusión mejorada, también llamada bomba de neutrones, ha sido probada por Estados Unidos y otras potencias nucleares. Aunque la fisión no libera residuos radiactivos que sean duraderos, sí libera una gran cantidad de los neutrones creados en la reacción termonuclear. Estos neutrones inducen la radiactividad en otros materiales, sobre todo en la tierra y el agua, en un radio relativamente pequeño alrededor de la explosión. Por eso, la bomba de neutrones se considera un arma táctica, porque puede producir daños graves en el campo de batalla. Destruye los carros blindados y otros vehículos similares y provoca la muerte o deja heridas de escasa gravedad a las personas expuestas, pero no produce los residuos radiactivos que ponen en peligro a seres humanos o a las casas a kilómetros de distancia. Véase también Control internacional de armas.

BIBLIOGRAFIA

Encarta 2005

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Bustos Maximiliano 1º6º

Armas químicas

Lo que en los albores de la historia humana fue una imitación de los mecanismos de defensa que utilizan otros seres vivos (plantas y animales), con el desarrollo tecnológico dio paso a las armas químicas. A diferencia de otro tipo de armas, como las nucleares o los explosivos convencionales, las químicas no afectan gravemente la infraestructura material, y los procesos de descontaminación de las áreas afectadas son más efectivos, rápidos y baratos. Justamente en eso consiste su ventaja estratégica; permiten atacar al enemigo sin destruir de forma irreparable sus riquezas materiales y naturales.

Las armas químicas requieren de dosis pequeñas, del orden de miligramos (o menos), actúan con gran rapidez, su efecto es de corta duración (días, cuando mucho), son de amplio espectro (afectan a humanos, animales y plantas) y son relativamente fáciles de manejar.

Las armas químicas no son nuevas; ya en el siglo V a. C. (431-404), durante la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas, se empleó dióxido de azufre, producto asfixiante que obliga a la evacuación de sitios cerrados como cuevas. Pero no es la referencia más antigua, se dice que los chinos, unos mil años antes de Cristo, ya empleaban humos arsenicales con el mismo fin. En el siglo XVI, los alemanes fabricaban bombas pestilentes a base de pezuñas y cuernos de animales molidos, mezclándolos con una resina vegetal pestilente que recibe el nombre de Asafétida, para posteriormente prender fuego a la mezcla. Como éstos, abundan los ejemplos.

La historia moderna de las armas químicas comienza el l0 de marzo de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército alemán comenzó a colocar cilindros de gas cloro a lo largo de la línea de trincheras de Ypres, en Bélgica, trabajo que duró poco más de un mes. Esperaron a que el viento soplara fuerte hacia el oeste y, finalmente, el 22 de abril de ese año abrieron las válvulas, liberaron más de 150 toneladas del mortífero gas y provocaron cerca de 10 000 casos de intoxicación y 5 000 muertos.

Otros casos:

En el año 1915(donde se produjeron casos de intoxicación y muertes) los productos químicos mas utilizados fueron el cloro, el fosgeno (un gas asfixiante y casi siempre letal), el gas mostaza (un compuesto que causa graves quemaduras) y los gases lacrimógenos (los mismos que hoy día emplea la policía para disolver manifestaciones). Entre las dos grandes guerras, se firmó el Tratado de Versalles (Protocolo para la prohibición del uso de gases asfixiantes, venenosos u otros gases, y de métodos bacteriológicos de operaciones militares, 1925), que en esa época fue bastante ignorado. Italia y Japón, entre otras naciones, emplearon armas químicas en diversos conflictos bélicos; mientras tanto, los alemanes se dedicaban a investigar sobre un nuevo tipo de armas químicas. Mientras trabajaba en el desarrollo de insecticidas, y por un accidente en el laboratorio, Gerhard Schrader descubrió en 1935 el primer agente neurotóxico, llamado tabún, que en la clasificación militar estadounidense se conocía como GA (German Agent A). En el accidente, Schrader y su ayudante quedaron expuestos durante breves instantes al tabún (que como insecticida había acabado satisfactoriamente con los piojos empleados para prueba), siendo atacados inmediatamente con dificultades respiratorias y dilatación de la pupila. Al descubrimiento del tabún pronto le siguió el del sarín y el somán; los tres son compuestos orgánicos (de carbono) que contienen fósforo y afectan notablemente al sistema nervioso central. A pesar de todo, en la Segunda Guerra Mundial no se emplearon armas químicas contra tropas enemigas, más por temor a las represalias que por falta de ellas; quizá en ello influyó el hecho de que Adolf Hitler fue una de las víctimas de ese tipo de armas en la Primera Guerra Mundial.

Trabajos posteriores al término de la guerra llevaron a la preparación de los compuestos neurotóxicos denominados Vx (en Estados Unidos), RVx (Russian Vx, en la antigua Unión Soviética) y, más recientemente, la serie de agentes denominada Novischok (en Rusia, durante la última década del siglo XX), similares en estructura química al Vx, pero más potentes (el Novischok-5 es unas ocho veces más efectivo que el Vx). Todos estos compuestos son órganos fosforados; están hechos a base de cadenas orgánicas unidas a un átomo de fósforo.

Paralelamente se comenzaron a desarrollar en Estados Unidos, las llamadas armas químicas binarias: un par de dispositivos se insertan dentro de un misil, llevando en ellos las materias primas para sintetizar el compuesto químico tóxico, separadas por una membrana relativamente frágil; todo ello evita accidentes al manipular piezas de artillería llenas con el arma terminada. En pocas palabras, se trata de llevar la fábrica dentro del misil; al ser disparado éste, el empuje rompe la membrana de separación permitiendo la mezcla de las materias primas, y el torque proporciona un medio de agitación. La reacción se completa en menos de un minuto, con una conversión casi siempre superior al 95% (mayor que lo que se obtiene en la fabricación de muchas medicinas), de manera que cuando el misil llega a su objetivo, el arma química está lista para actuar. Este sistema se puede utilizar con tabún, sarín y V



Como actúan:

Existen varias definiciones de armas químicas, en la OTAN, en la ONU y en la Convención para las Armas Químicas (CWC, por sus siglas en inglés). En suma, puede

decirse que las armas químicas son sustancias empleadas para causar uno o más de los siguientes efectos:
* Provocar bajas en la tropa enemiga, por lesión o por muerte.
* Minimizar la efectividad del equipo, el armamento y el comando enemigos por contaminación, obligándolo a emplear equipo de protección.
* Provocar movimientos caóticos en las tropas enemigas.
* Reducir la velocidad del enemigo, haciéndolo mejor blanco para la artillería.
* Acotar el terreno disponible para ser utilizado por el enemigo.


Dentro de las características que debe tener un producto químico para servir como arma, se encuentran la velocidad con que produce los efectos deseados, la facilidad para su manejo y la baja persistencia de sus efectos residuales.
Mencionamos antes que las condiciones climatológicas pueden afectar en alguna medida al arma química elegida; entre otras, tenemos la humedad, la velocidad y dirección del viento, la temperatura y la presencia de lluvia. Por ejemplo, el gas mostaza puede permanecer en una zona durante varios días si la temperatura no excede los 10° C, en tanto que a 25° C solamente permanece por un par de días.

Aplicación:

Una vez preparado el compuesto químico, queda el problema de su aplicación en el campo de batalla. Las bombas de caída libre (las hay de 49, 99 Y156 kg) representan el medio más seguro para su dispersión, pero no aseguran la precisión; por ello, los cohetes son otra forma de posicionamiento. De éstos, hay con alcances de 11, 20 y 40 km y con cargas útiles desde cinco hasta 19 kg. Se dispone también de minas antipersonales o antitanque que pueden contener hasta 5 kg del arma química.

Es posible emplear un avión fumigador para aplicar armas químicas. Por otra parte, la dispersión de éstas en lugares cerrados, con grandes concentraciones de personas, puede lograrse con envases relativamente simples y con bajo riesgo para la persona que las aplique. Esto fue lo que sucedió en el atentado terrorista efectuado en el metro de Tokio, en 1995, en el cual se utilizó sarín; si bien causó relativamente pocas muertes, afectó a miles de personas tanto por los efectos del gas, como por las secuelas sicológicas en los usuarios de ese medio de transporte.;

Control:

La diplomacia internacional ha logrado la firma de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción, importante instrumento jurídico para impedir que se fabriquen armas de este tipo, pero va más allá: prohíbe su comercialización y almacenamiento, verifica su destrucción y, algo de suma importancia, permite que se lleven a cabo acciones de inspección para asegurar que el contenido de la Convención se respete de manera irrestricta, a través de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés). La transformación de los complejos industriales utilizados para la fabricación de instrumentos de muerte en instalaciones dedicadas a otros usos, permitirá aprovechar la infraestructura en favor de la paz y de la población civil. Al menos, ese es el espíritu del documento, falta que de verdad todos los países lo cumplan sin estar buscando los recovecos legales que permitan hacer a un lado su cumplimiento.

Dentro de los países que se sabe o se sospecha que producen armas químicas están los Estados Unidos, Francia, Vietnam, China, Irán, Irak, Corea del Norte, Corea del Sur, Libia, Serbia, Siria y varias de las Repúblicas que fueron integrantes de la antigua Unión Soviética.

El lado positivo:

Aunque parezca un desatino, algunas cosas positivas se han derivado del desarrollo de armas químicas. Una de ellas es la producción de máscaras antigases cada vez más útiles, sofisticadas y precisas. Del método rudimentario de protección que se empleaba durante la Primera Guerra Mundial, que consistía en empapar un pañuelo en una disolución de compuestos químicos que reaccionaran con los gases, se pasó a mascarillas cuyo filtro era esa misma disolución. Casi un siglo después contamos con mascarillas especiales para disolventes, compuestos clorados y fosforados, entre otras, cada una con su propio sistema de cartuchos y filtros. Estas mascarillas las utilizan los equipos de rescate en ambientes de atmósfera hostil, los bomberos en siniestros industriales y los obreros cuando se trata de la producción o manejo de sustancias peligrosas.

Del uso de guantes y botas de hule se ha pasado al diseño de trajes de protección integrales, de composición específica de acuerdo con el tipo de sustancia química contra la que haya que protegerse. Estos trajes son auténticas cápsulas de aislamiento, pueden tener aire, un sistema de comunicación con el entorno externo, alimento, bebida e incluso sistemas para manejar desechos orgánicos (orina y excremento) hasta por 48 horas, sin necesidad de tener contacto con el exterior, para evitar cualquier tipo de contaminación. Los trajes de aislamiento biológico, contra bacterias, virus y demás microorganismos patógenos, se han diseñado con base en los de protección química. Este tipo de trajes tienen usos pacíficos principalmente en la industria química y de transformación, tanto en las áreas de producción y envase, como en las de control de incidentes. La composición del traje tiene relación con los de quienes practican el buceo, o aquellos contra incendios que emplean los pilotos de autos, motos y lanchas de carreras. A CONTINUACIÓN UNA IMAGEN DE LOS TRAJES DE PROTECCIÓN INTEGRAL:

Como deshacerse de las armas químicas:

Otra área de innovación, derivada al menos en parte de las armas químicas, es la relacionada con la destrucción de productos químicos peligrosos. Las características de los agentes químicos empleados como armamento hacen sumamente difícil su eliminación; no pueden ser incinerados de manera directa por la posibilidad de que haya fugas al ambiente, así sean mínimas. Por ello, se han tenido que desarrollar métodos novedosos como la criofractura, que consiste en congelar a temperaturas sumamente bajas las piezas de artillería que contienen el producto químico, para enseguida romperlo y pasarlo a un incinerador especial con la capacidad de manejar simultáneamente la fundición de los metales y la incineración de los compuestos de carbono, en un ambiente cerrado, totalmente aislado y recirculante. Esta metodología podría ser empleada para la destrucción de desechos peligrosos industriales, de ser necesario.

El estudio a fondo del mecanismo de actuación de algunas de las armas químicas ha permitido saber qué sustancias pueden emplearse para contrarrestar su acción, lo que a su vez nos posibilita actuar en caso de una emergencia médica con insecticidas fosforados, sea de tipo industrial, casera o de otro tipo.

Finalmente, el desarrollo de herbicidas como armamento ha venido aparejado con el de aquellos que tienen usos pacíficos para aumentar el rendimiento de cultivos útiles para alimentación humana o animal, de manera que se pueda combatir más racionalmente a las plagas y aumentar la cantidad y la calidad de alimentos disponibles para la población.

Armas químicas

Con la experiencia de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de las grandes potencias de entonces, vieron en la investigación y desarrollo del armamento químico una oportunidad decisiva para las guerras futuras. El período entre guerras mundiales fue el de mayor producción y almacenamiento de las mismas. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos dedicaron grandes esfuerzos a programas para proteger a su población de una posible guerra química, sin embargo, posiblemente por ideas morales, estas armas no fueron muy utilizadas y al finalizar la guerra grandes cantidades de estas armas simplemente fueron tiradas al mar. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la investigación y producción de armas químicas disminuyó notablemente debido al interés creado por la tecnología nuclear. Sin embargo durante la década de los 50 y 60, una nueva generación de armas químicas que atacan los centros nerviosos fue creada bajo el nombre de Agentes-V. Estas sustancias fueron consideradas las más venenosas sobre la Tierra y ello comenzó a generar un nuevo debate sobre su eliminación. A finales de los años 60 la opinión pública sobre el desarme químico se incrementó por varias razones, entre ellas, el uso de herbicidas y "gas tear" por parte de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam, generando una importante crítica internacional. Asimismo, la estrategia de Naciones Unidas sobre el desarme, paso a paso empezaba a dar resultados, ya que se buscó el desarme por género en vez de un desarme completo que resultará mucho más difícil.El tema siguió en debate hasta que en la segunda mitad de la década de los 80, durante la guerra entre Irán e Iraq, se masificó la utilización de armas químicas. Investigaciones de Naciones Unidas confirmaron que a causa de este tipo de armas el número de víctimas y heridos se incrementó de manera exponencial, marcando cientos de miles de vidas de seres humanos con diversas discapacidades.Este hecho trajo consigo una renovada atención sobre los horrores de una guerra química e incrementó la presión de la opinión pública internacional para crear un instrumento jurídico que volviera ilegales las armas químicas.En 1992, tras una década de largas y difíciles negociaciones, la Conferencia de Desarme aceptó el texto de la Convención sobre Armas Químicas, que después fue aprobado por la Asamblea General el 30 de noviembre de 1992, a través de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción.
La Convención estableció por primera vez en la historia del control internacional de armamentos, un sistema estricto de verificación internacional que incluye la recopilación de información sobre instalaciones químicas e inspecciones periódicas en todo el mundo para supervisar el cumplimiento de las obligaciones del Tratado por los Estados partes. Para llevar a cabo la supervisión internacional se creó la Organización para la Prohibición de Armas Químicas en abril de 1997 (OPAQ por sus siglas en español; OPCW por sus siglas en inglés) con sede en la Haya, Países Bajos.

Indefensión

El poder letal de ciertos microorganismos hace que se los pueda emplear como armas de destrucción masiva. Algunos son capaces de producir la muerte en pocas horas y en su contra no existe inmunización y no hay tratamiento eficaz. Otros, aunque controlados como la viruela, serían catastróficos al reaparecer en un mundo que ya los desechó.

Desde hace ya muchos años algunos gobiernos y grupos de poder han trabajado en su empleo bélico y se sabe que los patógenos pueden estar siendo manipulados genéticamente para ser más agresivos y resistentes.

Luego del mayor ataque terrorista a los EUA muchas naciones ya han manifestado sus temores acerca de la posibilidad de una guerra biológica o química, cuyas consecuencias serían terribles. Tanto si las armas bioquímicas fueran usadas en un nuevo ataque terrorista como si se las empleara en una guerra entre países, el desastre podría ser mucho mayor de lo que se puede calcular.

El poder devastador de esta nueva y más pavorosa forma de matar es incalculable, y las sociedades no están preparadas para hacer frente a ataques de esa naturaleza. Ni siquiera en el país más poderoso y desarrollado existe la posibilidad de protección. Así lo asegura una investigación realizada en 200 hospitales en los Estados Unidos de Norteamérica (1), el cual indica que sólo uno de cada cinco establecimientos cuenta con un plan en caso de ataque biológico. La mayoría carece de unidades de descontaminación con duchas y menos de un tercio almacena antídotos contra los agentes más conocidos.

Por otra parte, el Departamento de Justicia y el Congreso norteamericanos encomendaron la realización de un ejercicio simulado para evaluar la capacidad de EUA para responder a un ataque con Yersinia pestis, la bacteria causante de la peste bubónica (2). A pesar de que participaron las principales agencias federales e instituciones de salud, como los Centros de Control de Enfermedades (CDC), los resultados fueron deficitarios. Lo mismo sucedió con otro ejercicio que simulaba un ataque con viruela. Las deficiencias más graves no fueron relativas al equipamiento hospitalario, sino a la falta de coordinación de las instituciones y a la falta de liderazgo en la toma de decisiones.

La situación es mucho más precaria cuando se piensa en sociedades que ni siquiera han logrado desarrollar un plan de salud aceptable para tiempos de paz.

Tipos de armas

La llamada guerra bioquímica amenaza con diversas opciones de acuerdo al agente agresor que se utilice en los ataques:

Químicos: diversas sustancias como el cianuro generalmente en forma de gases, entre los cuales se popularizó el gas Sarin luego de un ataque en el Metro de Tokio en 1995. Su acción tiene lugar en distintos puntos del organismo, sobre todo a nivel pulmonar y atacando el sistema nervioso central, provocando paros cardiorrespiratorios, inmovilización, etc.

Bacteriológicos: se llaman así aunque los agentes infecciosos no son sólo bacterias como la causante del Botulismo o la Peste, sino también virus como el de la Viruela o el temible Ébola. Su acción consiste en la infección de la población con alguno de estos agentes patógenos, para los cuales hay diversa capacidad de reacción por parte de la ciencia. Su efecto se hace más devastador cuando se piensa que la población infectada puede contagiar a muchas más personas, originándose epidemias. Aún frente a aquellos microorganismos que pueden ser controlados con drogas y atención médica, una sociedad puede verse indefensa cuando los pacientes son miles y la situación es de caos. Otras de las enfermedades que se creen posibles de ser usadas son el Antrax, Fiebre Q, Hanta-virus, virus enteropatógenos que afectan al sistema digestivo, etc.

Algunas de las necesidades estructurales y organizativas para afrontar un ataque con armas de esta naturaleza son las siguientes:

• entrenamiento y dotación de elementos específicos al personal sanitario;

• Redoble de los planes de inmunización contra los agentes que lo contemplen;

• Almacenamiento de drogas y antídotos suficientes para una demanda a gran escala, e infraestructura para recibir y trasladar a los enfermos;

• Laboratorios con capacidad de trabajo diversificada y veloz, incluyendo secuenciadores de ADN para identificar los patógenos;

• puesta a punto de canales de comunicación para la coordinación y estricto control de los medios masivos para el mantenimiento de la calma una adecuada información de la población.

En efecto, una de las consecuencias más graves que puede poseer un ataque con armas bioquímicas es el efecto psicológico sobre la sociedad. Evitar el pánico y el colapso social sería tan necesario como atender a los directamente afectados por los agentes agresores.

La incoherencia de un mundo que ha luchado por vencer la enfermedad y el sufrimiento, frente al horror de sembrarlos en la sociedad indefensa sería una paradoja muy difícil de aceptar.









ABEL SAFFIOTTI – ESTEBAN GUZMAN
ARMAS NUCLEARES
INTRODUCCION
Armas nucleares, dispositivos explosivos utilizados con fines bélicos que liberan energía nuclear a gran escala. La primera bomba atómica (o bomba A) fue probada el 16 de julio de 1945 cerca de Alamogordo (Nuevo México). Se trataba de un explosivo completamente nuevo. Hasta ese momento todos obtenían su potencia de la descomposición o combustión rápida de algún compuesto químico. Las reacciones químicas de este tipo sólo liberan la energía de los electrones más externos del átomo.
En cambio, los explosivos nucleares ponen en juego la energía contenida en el núcleo del átomo. La bomba A obtenía su potencia de la ruptura o fisión de los núcleos atómicos de varios kilos de plutonio. Una esfera del tamaño de una pelota de béisbol produjo una explosión equivalente a 20.000 toneladas de trinitrotolueno (TNT).
La bomba A se desarrolló, construyó y probó en el marco del Proyecto Manhattan. Se trataba de una extraordinaria empresa estadounidense iniciada en 1942 durante la II Guerra Mundial. En ella participaron muchos científicos eminentes, como los físicos Enrico Fermi, Richard Phillips Feynman y Edward Teller, y el químico Harold Clayton Urey. El director militar era el ingeniero Leslie Groves, comandante general del Ejército de Estados Unidos. El director científico del proyecto, localizado en el Laboratorio Nacional Los Álamos, fue el físico estadounidense Julius Robert Oppenheimer.
Terminada la guerra, la Comisión para la Energía Atómica de Estados Unidos se responsabilizó de todas las cuestiones nucleares, incluida la investigación armamentística. Se construyeron otro tipo de bombas que obtenían la energía de elementos más ligeros como el hidrógeno. En ellas la reacción que proporciona la energía es la fusión. Durante este proceso los núcleos de los isótopos de hidrógeno se combinan y forman un núcleo, más pesado, de helio (ver más adelante Armas termonucleares o de fusión). La investigación en este campo dio como resultado la producción de bombas cuya potencia oscila de una fracción de kilotón (equivalente a 1.000 toneladas de TNT) hasta muchos megatones (equivalentes a un millón de toneladas de TNT). Además se ha reducido de forma drástica el tamaño físico de las bombas, con lo que han podido desarrollarse bombas nucleares de artillería y pequeños misiles que pueden ser disparados desde lanzadores portátiles en pleno campo de batalla. Aunque en un principio se pretendía que las bombas atómicas fuesen armas estratégicas transportadas por grandes bombarderos, en la actualidad las armas nucleares pueden utilizarse para diversos fines, tanto estratégicos como tácticos. No sólo se pueden lanzar desde diferentes tipos de avión, sino en cohetes o misiles teledirigidos con cabeza nuclear desde la tierra, el aire o bajo el agua. Los cohetes grandes pueden transportar varias cabezas con diferentes objetivos. La investigación en armas nucleares prosigue en la actualidad en Los Álamos y en el Laboratorio Lawrence Livermore (California), en Estados Unidos, y en Aldermaston, en Gran Bretaña.
ARMAS DE FISIÓN NUCLEAR
En 1905 Albert Einstein publicó la teoría de la relatividad. De acuerdo con ella, la relación entre la masa y la energía viene dada por la ecuación E = mc2. Esto significa que a una masa m dada, corresponde una cantidad de energía E, equivalente a la masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz c. Una pequeña cantidad de materia equivale a una gran cantidad de energía. Por ejemplo: un kilogramo de materia que se convirtiese por completo en energía equivaldría a la energía liberada por la explosión de 22 megatones de TNT.
En sus experimentos, los químicos alemanes Otto Hahn y Fritz Strassmann dividieron el átomo de uranio en dos partes casi iguales bombardeándolo con neutrones. Más tarde, en 1939, la física Lise Meitner y su sobrino, Otto Robert Frisch, explicaron la reacción de la fisión nuclear, lo que posibilitó la liberación de la energía atómica.
MASA CRÍTICA
Una pequeña esfera, del tamaño de una pelota de golf, de un material fisilfisil puro, como el uranio 235, no mantendría una reacción en cadena. Escaparían demasiados neutrones de la reacción en cadena a través de su superficie que es demasiado grande respecto a su volumen. Sin embargo, en el caso de una masa de uranio 235 del tamaño de una pelota de béisbol, el número de neutrones perdidos en la superficie se compensaría por el número de neutrones generados por las reacciones internas de fisión. La cantidad mínima de material fisil con una forma dada necesaria para mantener la reacción en cadena se llama masa crítica. Al aumentar el tamaño de la esfera producimos una configuración supercrítica en la que las sucesivas generaciones de fisiones aumentan con mucha rapidez, con lo que se puede llegar a una posible explosión, como resultado de la liberación en extremo rápida de una gran cantidad de energía. Por tanto, en una bomba atómica se debe ensamblar y mantener en contacto una masa de material fisil mayor que la crítica durante una millonésima de segundo. Esto permite que la reacción en cadena se propague antes de la explosión. Un contenedor, hecho de algún material pesado, rodea el material fisil y evita su explosión prematura. El contenedor también reduce el número de neutrones que se escapan.
Si se dividiese cada átomo de 0,5 kilogramos de uranio, la energía producida equivaldría a la potencia explosiva de 9,9 kilotones de TNT. En este hipotético caso la eficiencia de la reacción sería del 100%. En las primeras pruebas de la bomba A no se acercaron a ella. Además 0,5 kilos de uranio es poco para alcanzar la masa crítica.
DETOMACIÓN DE LAS BOMBAS ATÓMICAS
Se han creado varios sistemas para detonar una bomba atómica. El más simple es utilizar una pistola: se dispara un proyectil de material fisil a un objetivo del mismo material, para que ambos se fundan y formen un conjunto supercrítico. La bomba atómica que Estados Unidos hizo explotar sobre Hiroshima (Japón) el 6 de agosto de 1945 fue un arma de ese tipo. Su energía era equivalente a 20 kilotones de TNT.
Un sistema más complejo, llamado de implosión, se utiliza con bombas de forma esférica. La parte exterior de la esfera consiste en una capa de dispositivos, llamados lentes, con una forma y ensamblado especial. Están hechos de material explosivo y diseñados para concentrar la explosión en el centro de la bomba. Cada sección de este material altamente explosivo tiene un detonador que a su vez está unido por cable con las demás secciones. Una señal eléctrica hace explotar todas las partes del material explosivo de forma simultánea, lo que provoca una onda explosiva que converge en el núcleo de la bomba. En éste hay una esfera de material fisil que se comprime por la poderosa presión ejercida hacia el interior, es decir, la implosión. Esto aumenta la densidad del material y produce un conjunto supercrítico. La bomba que se probó en Alamogordo y la que Estados Unidos lanzó sobre Nagasaki (Japón) el 9 de agosto de 1945 fueron de este tipo. Cada una de ellas equivalía a 20 kilotones de TNT.
Con independencia del método utilizado para alcanzar una configuración supercrítica, la reacción en cadena se produce durante una millonésima de segundo y libera grandes cantidades de energía térmica. La liberación tan rápida de una cantidad tan grande de energía en un volumen relativamente pequeño, provoca que la temperatura alcance decenas de millones de grados. La posterior expansión y vaporización del material de la bomba provoca una potente explosión.
Separación de los isótopos de Uranio
El isótopo fisil uranio 235 representa sólo el 0,7% del uranio natural. El resto se compone del más pesado uranio 238. Los métodos químicos no son suficientes para separar el uranio 235 del uranio normal, porque ambos isótopos del uranio son idénticos en su forma química. Se han creado varias técnicas para separarlos, pero todas ellas se basan en la pequeña diferencia de peso que hay entre los dos tipos de átomos de uranio.
Durante la II Guerra Mundial se construyó en Oak Ridge (Tennessee) una inmensa planta de difusión gaseosa. Esta planta se amplió después de la guerra y se construyeron dos similares cerca de Paducah (Kentucky) y de Portsmouth (Ohio). El material de base para este tipo de planta es el gas hexafluoruro de uranio, que es muy corrosivo. Este gas se bombea sobre barreras que tienen millones de pequeños agujeros, a través de los cuales las moléculas más ligeras (que contienen átomos de uranio 235) se difunden a una velocidad mayor que las moléculas más pesadas que contienen átomos de uranio 238 (véase Difusión). Una vez que el gas se ha difundido a través de miles de estas barreras (también llamadas fases), se hace muy rico en el isótopo más ligero del uranio. El producto final es uranio apto para fabricar bombas con más de un 90% de uranio 235.
ARMAS TERMONUCLEARES O DE FUSIÓN
Antes de que se fabricara la primera bomba atómica los científicos ya se dieron cuenta de que en teoría era posible una reacción nuclear diferente de la fisión, como fuente de energía nuclear. En vez de aprovechar la energía que se produce en una reacción en cadena en el material fisil, las armas nucleares podrían utilizar la energía liberada en la fusión de los elementos más ligeros. Esta reacción es la opuesta a la fisión, ya que consiste en la fusión de dos núcleos de isótopos de algún átomo ligero como el hidrógeno. Por esta razón, las bombas de fusión nuclear se llaman muchas veces bombas de hidrógeno o bombas H. De los tres isótopos de hidrógeno, los dos más pesados, deuterio y tritio, son los que se combinan con más facilidad para formar helio. Aunque la liberación de energía por reacción nuclear durante la fusión es menor que en la fisión, la cantidad de átomos en 0,5 kilogramos de un material ligero es mucho mayor. La energía que liberan 0,5 kilogramos de un isótopo de hidrógeno es equivalente a 29 kilotones de TNT, es decir, tres veces más que la misma cantidad de uranio. Pero esta estimación presupone la fusión de todos los átomos de hidrógeno. La fusión se produce sólo a temperaturas de varios millones de grados y su velocidad sufre un incremento espectacular con la temperatura. Estas reacciones se llaman, por tanto, reacciones termonucleares (inducidas por calor). Hablando en términos estrictos, la palabra “termonuclear” denota que los núcleos tienen un rango (o distribución) de energías característico para cada temperatura. Este hecho es importante, al posibilitar las reacciones de fusión rápidas mediante un incremento de la temperatura.
El desarrollo de las bombas de hidrógeno era imposible antes de que se perfeccionaran las bombas A, dado que sólo éstas podían proporcionar la tremenda cantidad de calor necesaria para iniciar la fusión de los átomos de hidrógeno. Los científicos atómicos consideraban las bombas A como el detonador del dispositivo termonuclear proyectado.
Pruebas termonucleares
Después de algunas pruebas experimentales llevadas a cabo en la primavera de 1951 en la zona de pruebas de Estados Unidos en las Islas Marshall, el 1 de noviembre de 1952 se realizó con éxito la primera prueba a gran escala de un dispositivo de fusión. Esta bomba, llamada Mike, produjo una explosión de la potencia de varios millones de toneladas de TNT (es decir, varios megatones). La Unión Soviética detonó una bomba termonuclear de más de un megatón en agosto de 1953, mucho antes de lo que se esperaba. El 1 de marzo de 1954, Estados Unidos hizo explotar una bomba de fusión de una potencia de 15 megatones. Provocó una bola de fuego de más de 4,8 kilómetros de diámetro y una enorme nube en forma de hongo, que se elevó con mucha rapidez hasta la estratosfera.
La explosión de marzo de 1954 dio lugar a que se reconociera mundialmente la existencia de la lluvia radiactiva. La lluvia de desechos radiactivos procedentes del hongo atómico reveló también muchas cosas sobre la naturaleza de una bomba termonuclear. Si la bomba hubiese sido una bomba A, como detonador de un núcleo de isótopos de hidrógeno, la única radiactividad persistente hubiera sido la de los restos de la fisión del detonador y la inducida por los neutrones en el agua de mar y en los corales. Pero algunos residuos radiactivos cayeron en un barco japonés llamado el Dragón afortunado, un atunero que se encontraba a 160 kilómetros del lugar de la explosión. El polvo radiactivo fue analizado con posterioridad por científicos japoneses y sus resultados probaban que la bomba cuyos residuos se habían recogido sobre el Dragón afortunado era algo más que una bomba H.
BOMBAS DE FISIÓN-FUSIÓN-FISIÓN
La bomba termonuclear de 1954 fue un arma de tres fases. La primera fase era una bomba A que actuaba como detonador. La segunda era una bomba H, resultante de la fusión de deuterio y tritio en el interior. Al detonar se formaban átomos de helio y neutrones de alta energía. La tercera fase se iniciaba con el impacto de estos neutrones en la cubierta exterior de la bomba, que estaba hecha de uranio natural o uranio 238. En este punto no se producía reacción en cadena, pero los neutrones de la fusión tenían suficiente energía como para producir la fisión del núcleo de uranio, lo que se sumaba a la potencia explosiva total y a la radiactividad de los residuos de la bomba.
Efectos de la onda expansiva
Al igual que con las explosiones de armas convencionales, la mayor parte del daño causado por una explosión nuclear en los edificios y en otras estructuras proviene, de modo directo o indirecto, de los efectos de la onda expansiva. La rápida expansión de los materiales de la bomba produce un impulso de altas presiones, también llamado onda de choque, que se mueve desde la bomba en explosión hacia fuera con mucha rapidez. En el aire, esta onda de choque se llama onda expansiva, porque es equivalente a ésta y la acompañan vientos de una fuerza mucho mayor que los de un huracán. Los daños son producidos tanto por el gran exceso (o sobrepresión) de aire que antecede a la onda expansiva como por los vientos tan fuertes que siguen soplando después del paso de ésta. El alcance de los daños en tierra como consecuencia de la explosión depende de su equivalente en TNT, de la altitud a la que explotó la bomba (altura de la explosión) y de la distancia de la estructura hasta el punto cero (es decir, el punto situado justo bajo la explosión de la bomba en vertical). En el caso de las bombas A que explotaron sobre Japón, la altura de la explosión fue de unos 550 metros, ya que se calculó que esta altura produciría un área de destrucción máxima. Si el equivalente en TNT hubiera sido mayor, se habría escogido también una mayor altitud de explosión.
Si se elige una altura de explosión que maximice el área afectada, una bomba de 10 kilotones provocará daños graves en las casas con estructura de madera (muy comunes en Estados Unidos) a una distancia de más de 1,6 kilómetros del punto cero y provocará daños moderados hasta los 2,4 kilómetros (una casa con graves daños ya no se puede reparar). El radio de devastación se incrementa con la potencia de la bomba, de modo proporcional a su raíz cúbica. Por tanto, si una bomba de 10 megatones (1.000 veces más poderosa que una de 10 kilotones) explota a una altura óptima, las distancias se incrementarán por un factor diez: 16 kilómetros de radio para los daños graves y 24 kilómetros para los daños moderados.
Radiactividad
Aparte de la onda térmica y expansiva, las bombas nucleares tienen un efecto característico. Liberan radiación penetrante que es diferente por completo de la radiación térmica, es decir, del calor (véase Radiactividad). Cuando es absorbida por el cuerpo, la radiación nuclear puede provocar graves daños. Si la explosión ocurre a gran altitud, el radio en que se producen estos daños es menor que el de los daños por incendios y por la onda expansiva o que el de las quemaduras por radiación térmica. Sin embargo, en Japón, debido a la radiación murieron más tarde muchas personas que estaban protegidas de la onda expansiva y de las quemaduras.
Existen dos categorías de radiación nuclear provocadas por una explosión: la radiación instantánea y la radiación residual. La radiación instantánea se compone de un fogonazo de neutrones y rayos gamma que se propagan por una zona de varios kilómetros cuadrados. Los efectos de los rayos gamma son idénticos que los de los rayos X. Tanto los neutrones como los rayos gamma pueden atravesar la materia sólida, por lo que para protegerse hacen falta materiales de gran espesor.
La radiación residual conocida como lluvia radiactiva puede ser un peligro en grandes zonas que no sufran ninguno de los otros efectos de la explosión. Las bombas que obtienen su energía de la fisión del uranio 238 o del plutonio 239 producen dos núcleos radiactivos por cada núcleo fisil que se divide. Estos productos de la fisión producen una radiactividad permanente en los restos de la bomba, ya que la vida media de estos átomos se puede medir por días, meses o años.
Se conocen dos tipos de lluvia radiactiva, la inicial y la tardía. Si la explosión nuclear se produce cerca de la superficie, la tierra o el agua se levantan formando una nube en forma de hongo. Además el agua y la tierra se contaminan al mezclarse con los restos de la bomba. El material contaminado empieza a depositarse a los pocos minutos y puede seguir haciéndolo durante 24 horas, cubriendo una zona de varios miles de kilómetros cuadrados, en la dirección en que el viento lo lleve. Se llama lluvia radiactiva inicial y supone un peligro inmediato para los seres humanos. Si una bomba nuclear explota a gran altitud, los residuos radiactivos se elevan a gran altura junto con la nube en forma de hongo y cubren una zona aún más extensa.
La experiencia de la lluvia radiactiva en el hombre ha sido mínima. El caso más importante es el de la exposición accidental de isleños y pescadores en la explosión de 15 megatones del 1 de marzo de 1954. La lluvia radiactiva ha afectado a los seres humanos en diversas ocasiones: las secuelas de los experimentos nucleares estadounidenses en Bikini (Micronesia, 1946) y de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki en 1945 todavía se manifiestan en la población que sufrió sus efectos y en sus descendientes. El 26 de abril de 1986 estalló el reactor de la central nuclear ucraniana de Chernóbil, y emitió radiación durante 10 días. En el plazo de cinco años el cáncer y la leucemia aumentaron en la zona un 50%. No es posible calcular o predecir las generaciones futuras que todavía se verán sometidas a las consecuencias de los accidentes o explosiones nucleares. Las propiedades de la radiactividad y las inmensas zonas que pueden contaminarse convierten a la lluvia radiactiva en lo que, potencialmente, pudiera ser el efecto más letal de las armas nucleares.
Efectos climáticos
Aparte de los daños por la onda expansiva y por la radiación, una guerra nuclear a gran escala entre naciones tendría casi con certeza un efecto catastrófico sobre el clima mundial. Esta posibilidad, que se planteó en un artículo publicado por un grupo internacional de científicos en diciembre de 1983, se conoce como la teoría del “invierno nuclear”. Según estos científicos, la explosión de menos de la mitad del total de las cabezas nucleares de Estados Unidos y Rusia enviaría a la atmósfera enormes cantidades de polvo y humo. Esta cantidad sería suficiente para ocultar al Sol durante varios meses, sobre todo en el hemisferio norte, lo que acabaría con las plantas y provocaría un clima de temperaturas bajo cero hasta que se dispersase ese polvo. La capa de ozono también se vería afectada, lo que agravaría los daños como consecuencia de la radiación ultravioleta solar. Si esta situación se prolongase, significaría el fin de la humanidad. Desde entonces, la teoría del invierno nuclear ha estado permanentemente envuelta en polémica. En 1985 el Departamento de Defensa de Estados Unidos reconoció su validez, pero afirmó que no afectaría a la política de defensa.
Bombas H limpias
Por término medio, un 50% de la potencia de una bomba H proviene de las reacciones termonucleares y otro 50% de la fisión de la bomba A, que actúa como detonante, así como de la fisión de la capa externa de uranio. Se define la bomba H limpia como aquélla en la que menos del 50% de su potencia proviene de la fisión. Dado que la fusión no produce sustancias radiactivas de forma directa, los residuos de una bomba limpia son menores que los de una bomba H media normal con la misma potencia. Si se construyese una bomba H, sin cubierta de uranio pero con un detonador de fisión, sería relativamente “limpia”. Quizá tan sólo un 5% de la potencia explosiva provendría de la fisión; por tanto, la bomba sería limpia en un 95%. Esta bomba de fusión mejorada, también llamada bomba de neutrones, ha sido probada por Estados Unidos y otras potencias nucleares. Aunque la fisión no libera residuos radiactivos que sean duraderos, sí libera una gran cantidad de los neutrones creados en la reacción termonuclear. Estos neutrones inducen la radiactividad en otros materiales, sobre todo en la tierra y el agua, en un radio relativamente pequeño alrededor de la explosión. Por eso, la bomba de neutrones se considera un arma táctica, porque puede producir daños graves en el campo de batalla. Destruye los carros blindados y otros vehículos similares y provoca la muerte o deja heridas de escasa gravedad a las personas expuestas, pero no produce los residuos radiactivos que ponen en peligro a seres humanos o a las casas a kilómetros de distancia.
GUERRA QUÍMICA Y BIOLÓGICA

INTRODUCCIÓN
Guerra química y biológica, método de guerra en el que se utilizan agentes biológicos o químicos tóxicos o incapacitantes para ampliar los objetivos de los combatientes. Hasta el siglo XX ese tipo de guerra estuvo limitada sobre todo a los incendios, los pozos de agua envenenados, la distribución de artículos infectados de viruela y el uso de humo para diezmar o confundir al enemigo.
AGENTES QUÍMICOS
Gases como el gas lacrimógeno, el gas cloro y fosgeno (irritantes de los pulmones) y el gas mostaza (que produce graves quemaduras) se utilizaron por primera vez en la I Guerra Mundial para romper el prolongado estancamiento de la guerra de trincheras; también se intentó utilizar el lanzallamas, pero en principio resultaron ineficaces por su corto alcance. Los adelantos técnicos y el desarrollo del napalm (compuesto de ácidos de nafta y palmíticos), una espesa gasolina que se adhiere a las superficies, condujo a un uso más amplio de armas flamígeras durante la II Guerra Mundial.
Al final de la I Guerra Mundial la mayoría de las potencias europeas habían incorporado la guerra de gases en algún departamento de sus ejércitos, y Alemania había desarrollado en el periodo de entreguerras gases nerviosos como el sarín, que puede causar muerte o parálisis aplicado en pequeñas cantidades. A pesar de su disponibilidad, sólo Japón utilizó gases —en China— al producirse la globalización de la contienda. Después de la II Guerra Mundial el conocimiento de la producción de gases se hizo extensivo.
Desde la II Guerra Mundial se han utilizado gases como el lacrimógeno en guerras limitadas, por ejemplo en la guerra de Vietnam; también es empleado por la policía para reprimir motines. El uso de agentes más mortíferos, como el gas mostaza o nervioso, ha sido condenado por la mayoría de los países, aunque semejantes armas permanecen en arsenales y se cuenta con evidencias de que fueron utilizadas por Irak durante la Guerra Irano-iraquí, en la década de 1980, así como contra los kurdos del norte de su territorio.
Varios compuestos químicos que alteran el metabolismo de las plantas y causan defoliación, como el agente naranja, se han utilizado en la guerra moderna en la jungla para reducir la cobertura del enemigo o privar a la población civil de las cosechas necesarias para su alimento. Tales agentes químicos, que se suelen lanzar desde el aire, pueden contaminar también el agua y los peces; su efecto a largo plazo sobre todo el ecosistema hace que resulten devastadores. Véase también Medio ambiente: Problemas medioambientales.
GUERRA BIOLÓGICA
Varios países han desarrollado trabajos de diferente categoría sobre agentes biológicos para que fueran utilizados en la guerra. Seleccionados o adaptados a partir de microbios patógenos causantes de diversas enfermedades que atacan al hombre, a los animales domésticos o a las cosechas de alimentos vitales, tales agentes comprenden bacterias, hongos y virus o diversas toxinas. Los microbios patógenos que causan el botulismo, la peste, la fiebre aftosa y el añublo del trigo se cuentan entre los muchos que pueden ser utilizados contra los ejércitos enemigos o las actividades económicas que les sirven de sustento. La ingeniería genética también ofrece la posibilidad de desarrollar nuevos virus contra los que se carece de medios para establecer una defensa previa.
La guerra biológica a larga escala se ha mantenido en un estado teórico, si bien en la década de 1980 se supo que Japón había utilizado agentes biológicos en China en las décadas de 1930 y 1940. Al comienzo de la década de 1980 surgieron controvertidas acusaciones de que la Unión Soviética en Afganistán, y Vietnam en Laos y Kampuchea (hoy Camboya) estaban usando toxinas fungicidas —en una forma llamada lluvia amarilla— como armas biológicas.
DISEMINACIÓN Y PROTECCIÓN
Los métodos más primitivos de diseminar agentes químicos consistieron en su simple liberación de contenedores presurizados, tal como hicieron los alemanes durante la II Guerra Mundial. Esto obligaba a que su utilización dependiera del viento, si bien éste podía cambiar su dirección con frecuencia y lanzar los agentes químicos sobre las tropas propias o aliadas. Por tanto, los ejércitos buscaron formas mejores de proyectar estas armas, como morteros, artillería, cohetes, bombas aéreas y aspersores aéreos. Los agentes biológicos también pueden diseminarse mediante insectos o animales liberados en el área enemiga.
Sean cuales sean los medios de diseminación, es imprescindible proteger las fuerzas y poblaciones amigas. La mayoría de los países están desarrollando programas para la detección de agentes letales y su descontaminación; también se trabaja en el desarrollo de armas ofensivas cuyo almacenamiento y uso sea menos peligroso.
Las armas biológicas o químicas utilizadas en la guerra convencional o nuclear pueden desempeñar también un destacado papel en las futuras guerras de guerrillas o en acciones de sabotaje. En tales situaciones se acude a materiales tóxicos inertes —polvos, por ejemplo, que se activan al entrar en contacto con superficies húmedas como los pulmones— lanzados de forma subrepticia al aire de la ciudad desde vehículos en movimiento o desde buques en alta mar. Otra posible táctica es la de introducir toxinas solubles en las redes urbanas de suministro de agua.
Los agentes químicos y biológicos pueden ser utilizados en guerras limitadas. El hecho de que la producción de agentes químicos letales no exija una infraestructura industrial muy refinada los convierte en medios bélicos asequibles a los países del Tercer Mundo. El uso de armas químicas por Irak y la capacidad de guerra química por parte de Libia en 1988, incrementan el peligro que semejantes armas pueden originar. Es también materia de alta preocupación que ese tipo de armas caiga en poder de grupos terroristas, habida cuenta de que cantidades mínimas de toxinas disueltas en agua o aire pueden dar lugar a una catástrofe de muy amplias dimensiones, como ocurrió en la década de 1990 en el metro de Tokyo.

DREE DEBORA
MARCOS BULACIOS

Realizaron sus trabajos en forma impresa por lo que no se los puede publicar

Alejandro Gomez me entrego un CD virgen.!!!!!!!!!

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